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sábado, 25 de febrero de 2017

Hoy no vamos a hablar de salud

Hoy no vamos a hablar de salud.
Porque al fin y al cabo, este es mi blog, y hablo de lo que se me ocurre, y hoy necesito que tomemos un descanso para hablar de cosas corrientes de la vida.
A veces eso también es salud.
Os voy a contar una historia, y cada cual que le saque el mensaje que le parezca, porque seguramente, según el momento vital de cada uno, diferentes personas le den diferentes lecturas.

Hace ya algún tiempo me regalaron una rosa. Una rosa eterna, le llaman. Tontería, cuando no hay nada eterno, pero fue una bonita declaración de intenciones.
Claro que la rosa eterna, según decían las instrucciones, era eterna si no la sacabas del cilindro de plástico en el que venía.
Joderrrrr ¿como un microclima? bueno, como yo quería que la rosa, y lo que simbolizaba, durara, pues no la saqué del cilindro. Allí la mantuve durante años.
Pero... hete aquí que, como decía, no hay nada eterno bajo el sol, y lo que simbolizaba la rosa acabó, así que la eternidad de la rosa dejaba de tener significado por días. Eterna mientras fuera prisionera en su cilindro de plástico... qué metafórico.
Así que me dije... pues la saco. Porque ya está bien de encierro, y si se estropea, ya no me importa tanto... Es lo que tiene no tener nada que perder. Que te pones el mundo por montera, jeje.

Van pasando los días y las semanas.
Y a la rosa no le ha pasado absolutamente nada. Sigue con el mismo aspecto que cuando estaba encerrada en su cilindro de plástico, en su micromundo clandestino. Será que no era de verdad...
Será que no pasaba nada por salir de su mini-cárcel. Será que no pasaba nada por arriesgar que se estropeara por no seguir las instrucciones. Al contrario, cuando dejé de seguir las instrucciones he empezado a disfrutarla más, está al aire. Arriesgué a perderla al hacerla libre, y gané. Podría haber ocurrido que se echara a perder, y entonces no hubiera valido la pena conservarla.

La rosa es bonita, de aspecto muy natural. Pero no huele a nada, como las relaciones vacías de sentimientos, como los símbolos que desaparecen de tal forma que incluso te hacen pensar que nunca existieron. Tampoco pincha, y eso es un consuelo: ahora sé que tampoco estaba encerrada para protegerme de ningún mal.

Aún cuando la miro, reflexiono, y le sigo sacando enseñanzas a la metáfora.
Yo tengo la rosa, y un reloj al que he cambiado la correa muchas veces, pero me sigue gustando la esfera, lo único que queda del original. Otros tendrán otras cosas de la que obtener enseñanzas.
Otros tendrán cosas, incluso muchas, de las que no aprendan absolutamente nada y vivan como setas, acomodados en la cobardía de permanecer en un cilindro de plástico sin oler, sin pinchar y sin lucirse bonito.



sábado, 18 de febrero de 2017

Los azúcares escondidos en los alimentos

Bueno, fue un día... "complicado"
Empezamos llamando la atención sobre el alto contenido en azúcares de los alimentos, y terminamos reconociendo los beneficios del chocolate...
Pero aunque no lo parezca, si ves el programa "El Club de la Buena Gente", le encontrarás su sentido...

sábado, 11 de febrero de 2017