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martes, 31 de mayo de 2016

#Yoloconseguí Dia Mundial sin Tabaco

Hoy, 31 de mayo, es el Día Mundial sin Tabaco. Por ello, es el último día de la Semana SEMFYC Sin Humo, que son dos actividades, conmemoraciones, actos, como queramos llamarlo...
Para concienciarnos, concienciar y visibilizar los daños que hace el tabaco en nuestra salud y en nuestra vida.

#Yoloconsegui además es el hashtag que propone la Fundación Mas Que Ideas en este contexto para que los ex-fumadores contemos nuestra experiencia y podamos ayudar con ello a los aún fumadores o futuros ex-fumadores, ¡como más os guste que os llamen!

Así que el post de hoy, más que como médico, lo escribo como persona. Como ex-fumadora. Dos veces.

Yo empecé a fumar hace tantos años que ni me acuerdo. Creo que el primero lo probé con diez años o así, en un pueblo donde iba de vacaciones en verano por entonces, y al que nunca he tenido cariño. Curiosamente, no por esto, sino por el alcohol que está o estaba ligado íntimamente al concepto de diversión de los habituales de allí, y nada al mío. Y es muy aburrido estar con borrachos estando sobria.
Palabra que no me acuerdo, pero no creo que desde entonces ya me hiciera fumadora, entre otras cosas porque de dónde iba yo a sacar para tabaco con 10 años, ni dónde me iba a esconder para fumar. Sería más tarde...
Dejé de fumar cuando empecé de novia con el que después fue mi marido, por darle gusto ya que fue su voluntad más que la mía, y la verdad que no me costó trabajo dejarlo. A lo mejor por eso no valoré ese logro en su medida cuando, después de nacer mi hija, volví a fumar, con la sola intención de molestarle. Bien tonta que fui entonces, porque el daño me lo hacía a mí misma, pero las cosas fueron así, y sería absurdo por mi parte negarlo. Tonta dos veces. O tres.
De nuevo así hasta hace un par de años. Un intento de dejarlo, poco meditado, poco preparado, eso sí, muy solidario, que duró 20 horas, exactamente lo que tardó en aparecer un síndrome de abstinencia como si me metiera caballo, con su dolor abdominal, sus taquicardias, sus lágrimas rodando por la cara... un absurdo incompatible con pasar consulta, por ejemplo.
Paco no daba crédito, por eso me dio un cigarrillo, y a terminar la consulta de la tarde, y la guardia, etc. ya más tranquila y con la mente más clara.  Impresionante las cosas que pasan en el cerebro.
Unos meses después, volviendo a casa desde el trabajo, se me pusieron blancos los dedos de la mano izquierda. Me dije "será del frío" (era primeros de febrero), e inmediatamente me contesté "es un Buerger" (una inflamacion de las arterias de manos y pies, relacionada 100% con el uso de tabaco), y en unos minutos se me quitó. ¡Pero no el miedo! Y me dije "si me vuelve a pasar, dejo de fumar". Y me volvió a pasar la semana siguiente, exactamente igual, diría que casi en el mismo punto kilométrico de la vuelta a casa. Quince de febrero. Sería el frío, o la postura de la mano, pero yo tenía que dejar de fumar.
Así que después de comer a la hora de merendar, como es mi costumbre, me fui a por el spray de nicotina, que fue mi elección para ayudarme, y el 16 de febrero fue mi primer día sin fumar. Esta vez sí, mentalizada, motivada, convencida.
No lo niego, el primer mes fue un horror, no tanto de abstinencia, porque con la nicotina y la intención se controla muy bien. Pero anímicamente estaba de duelo total, llorando, deprimida, irritable a ratos, con una pésima opinión de mí misma a pesar de que estaba haciendo algo que tiene mucho mérito. Un mes duró, luego aquello pasó, tal como vino se fue, y hasta ahora. Algún día suelto me acuerdo del tabaco, pero nunca con intención de fumar, si acaso con nostalgia. No volveré a fumar, para no tener que volver a dejarlo. Porque la alternativa es seguir fumadora, no vuelvo a pasar ese primer mes sin tabaco. Y eso tampoco es lo que quiero! Que no, que no me arriesgo. No vuelvo a fumar, ni lo pruebo, ni caladita, ni que se case mi hermano ni nada de nada.
Yo no tosía, ni me ahogaba, aunque es cierto que ahora estoy mejor. Ni tuve jamás eventos coronarios ni ictus ni nada vascular en absoluto, ni quiero.
El olfato fue un cambio fundamental, y con él el gusto. Claro que ahora también huelo cosas que antes me las ahorraba, algunos olores corporales de los que podría prescindir, pero en general es una cosa positiva. Me encanta el olor de la piel de las personas que abrazo.
Hay muchos que lo dejan cuando ya se ven enfermos. Y es mejor que no dejarlo, claro, pero mira, ya has enfermado y eso no tiene vuelta. Para los que están a tiempo, poneos las pilas.
El tabaco no sólo nos quita la salud. O la belleza, que no he dicho ni palabra del aspecto estético, sensorial, del tabaquismo. Lo dejo para otra.
El tabaco a veces nos quita a personas que queremos. A nuestra familia, a nuestros amigos. Hace apenas tres días nos hemos despedido de Ramón, un hombre vitalista, divertido, dinámico, alegre, trabajador, muy amante de su familia, y, tengo que decirlo, sevillista por los cuatro costados. No era de mi familia de sangre, pero me acogía en la suya como si lo fuera. Su hija la mediana es una de esas hermanas que se escogen. A él le robó la salud y la vida, y a los suyos los ha dejado, nos ha dejado, sin él. Por lo menos, amigos, que nos quede la lección.
Por cierto, nunca más se me pusieron los dedos blancos. Será que este inverno no ha sido tan frío, o que me libré del Buerger por los pelos.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Operación bikini... ¡cuidado!





Cuidado, porque depende de los objetivos que te marques de cara al verano, igual no solo es inútil, sino peligroso. Pérdidas excesivas y rápidas, dietas milagro, medicamentos... Son malas para la salud.
Igual que no apreciarse. Eso también es malo para la salud.
El objetivo es tener un cuerpo que uno pueda disfrutar, en el que uno se sienta bien, cumpla o no con el canon físico que sea imperante en la sociedad.
Recordemos que, además, las modas son cambiantes... hasta para el cuerpo. Y más que seguir las modas, hemos de buscar la salud, la alegría, desde el sentido común.


martes, 3 de mayo de 2016

Quiero presentaros a Gloria Mestre

¡Buenos días!

Hoy tenemos una invitada en el blog. Se llama Gloria Mestre, es médico de familia, y está participando (con gran éxito, ahora que ella no me lee, lo digo) en el curso "Desenredándote en la web 2.0" que estamos impartiendo desde el grupo de Nuevas Tecnologías de SAMFYC, eSAMFYC.

Entre tantas y tantas cosas de las que hablamos en los foros, se habló de blogs, y Gloria quiere profundizar en su vocación literaria. Doy fe de que es una buena comunicadora, y le ofrecí la posibilidad de escribir como invitada para vosotros y así comprobar cómo se sentía al escribir una entrada, pues está pensando en abrir blog propio.

Estoy segura de que para ella va a ser toda una experiencia, y me gustaría que la animarais con vuestros comentarios y opiniones.

Por anticipado, ¡muchas gracias a todos!

Os dejo con lo que Gloria Mestre quiere deciros.



Actualmente vivimos en una sociedad en la que se intenta que todas las personas sean iguales, que todas actuemos en función de un “guión predeterminado”, nos comparamos con los demás o nos regimos por los cánones de la sociedad sobre qué aspecto debemos tener, cómo debemos vivir nuestras vidas o incluso qué rasgos de personalidad tenemos que tener. De esta manera, conseguimos integrarnos y ser aceptados.
Debido a ello, las personas que no encajan con esto estándares, se sienten mal, no se aceptan como son o se sienten inferiores. Si no tienen pareja, si tienen pocos o ningún amigo, si tienen altibajos emocionales, si tienen algún trastorno o problema psicológico, si son homosexuales o pertenecen a cualquier otra minoría, si no les gusta lo que parece gustarle a la mayoría…son considerados como “bichos raros” que no se integran en nuestra sociedad.
Pero esto es paradójico porque son precisamente todas estas cosas las que hacen que una persona sea única, especial y diferente, aportando esa diversidad tan necesaria para una sociedad que es ya, de por sí, demasiado conservadora, demasiado resistente al cambio. Todas estas diferencias  deberían enorgullecerles  y no hacerles sentir mal, esa falta de autoaceptación que sienten muchas personas cuando no son como “deberían” según los estándares sociales predominantes, tendrían que  servir como acicate para ellas. Lo cierto es que no existen diferencias negativas o positivas, aquellos rasgos que  parecen ahora tan negativos no lo son en realidad; no son ni buenos ni malos, o son buenos y malos simultáneamente, depende con el cristal con que se miren.
El “quid” de la cuestión está  en convencerles de que deben aceptarse tal y como son, con sus inseguridades,  sus trastornos emocionales, o su físico, porque todo eso es lo que les hacen ser  personas especiales y diferentes. Y las diferencias son las que salvan a la humanidad de convertirse en robots clónicos. Esas diferencias nos hacen pensar, nos incomodan porque nos hacen despertar del sueño de la inmovilidad cómoda, nos sorprenden y nos hacen pensar, nos hacen cuestionarnos nuestras propias ideas y nuestras propias vidas, nos hacen vivir toda la variedad de emociones humanas, tan necesarias para crecer como personas.
Y parafraseando a Samuel Johnson: “El éxito en la vida consiste en seguir siempre adelante”.