Hoy, 31 de mayo, es el Día Mundial sin Tabaco. Por ello, es el último día de la Semana SEMFYC Sin Humo, que son dos actividades, conmemoraciones, actos, como queramos llamarlo...
Para concienciarnos, concienciar y visibilizar los daños que hace el tabaco en nuestra salud y en nuestra vida.
#Yoloconsegui además es el hashtag que propone la Fundación Mas Que Ideas en este contexto para que los ex-fumadores contemos nuestra experiencia y podamos ayudar con ello a los aún fumadores o futuros ex-fumadores, ¡como más os guste que os llamen!
Así que el post de hoy, más que como médico, lo escribo como persona. Como ex-fumadora. Dos veces.
Yo empecé a fumar hace tantos años que ni me acuerdo. Creo que el primero lo probé con diez años o así, en un pueblo donde iba de vacaciones en verano por entonces, y al que nunca he tenido cariño. Curiosamente, no por esto, sino por el alcohol que está o estaba ligado íntimamente al concepto de diversión de los habituales de allí, y nada al mío. Y es muy aburrido estar con borrachos estando sobria.
Palabra que no me acuerdo, pero no creo que desde entonces ya me hiciera fumadora, entre otras cosas porque de dónde iba yo a sacar para tabaco con 10 años, ni dónde me iba a esconder para fumar. Sería más tarde...
Dejé de fumar cuando empecé de novia con el que después fue mi marido, por darle gusto ya que fue su voluntad más que la mía, y la verdad que no me costó trabajo dejarlo. A lo mejor por eso no valoré ese logro en su medida cuando, después de nacer mi hija, volví a fumar, con la sola intención de molestarle. Bien tonta que fui entonces, porque el daño me lo hacía a mí misma, pero las cosas fueron así, y sería absurdo por mi parte negarlo. Tonta dos veces. O tres.
De nuevo así hasta hace un par de años. Un intento de dejarlo, poco meditado, poco preparado, eso sí, muy solidario, que duró 20 horas, exactamente lo que tardó en aparecer un síndrome de abstinencia como si me metiera caballo, con su dolor abdominal, sus taquicardias, sus lágrimas rodando por la cara... un absurdo incompatible con pasar consulta, por ejemplo.
Paco no daba crédito, por eso me dio un cigarrillo, y a terminar la consulta de la tarde, y la guardia, etc. ya más tranquila y con la mente más clara. Impresionante las cosas que pasan en el cerebro.
Unos meses después, volviendo a casa desde el trabajo, se me pusieron blancos los dedos de la mano izquierda. Me dije "será del frío" (era primeros de febrero), e inmediatamente me contesté "es un Buerger" (una inflamacion de las arterias de manos y pies, relacionada 100% con el uso de tabaco), y en unos minutos se me quitó. ¡Pero no el miedo! Y me dije "si me vuelve a pasar, dejo de fumar". Y me volvió a pasar la semana siguiente, exactamente igual, diría que casi en el mismo punto kilométrico de la vuelta a casa. Quince de febrero. Sería el frío, o la postura de la mano, pero yo tenía que dejar de fumar.
Así que después de comer a la hora de merendar, como es mi costumbre, me fui a por el spray de nicotina, que fue mi elección para ayudarme, y el 16 de febrero fue mi primer día sin fumar. Esta vez sí, mentalizada, motivada, convencida.
No lo niego, el primer mes fue un horror, no tanto de abstinencia, porque con la nicotina y la intención se controla muy bien. Pero anímicamente estaba de duelo total, llorando, deprimida, irritable a ratos, con una pésima opinión de mí misma a pesar de que estaba haciendo algo que tiene mucho mérito. Un mes duró, luego aquello pasó, tal como vino se fue, y hasta ahora. Algún día suelto me acuerdo del tabaco, pero nunca con intención de fumar, si acaso con nostalgia. No volveré a fumar, para no tener que volver a dejarlo. Porque la alternativa es seguir fumadora, no vuelvo a pasar ese primer mes sin tabaco. Y eso tampoco es lo que quiero! Que no, que no me arriesgo. No vuelvo a fumar, ni lo pruebo, ni caladita, ni que se case mi hermano ni nada de nada.
Yo no tosía, ni me ahogaba, aunque es cierto que ahora estoy mejor. Ni tuve jamás eventos coronarios ni ictus ni nada vascular en absoluto, ni quiero.
El olfato fue un cambio fundamental, y con él el gusto. Claro que ahora también huelo cosas que antes me las ahorraba, algunos olores corporales de los que podría prescindir, pero en general es una cosa positiva. Me encanta el olor de la piel de las personas que abrazo.
Hay muchos que lo dejan cuando ya se ven enfermos. Y es mejor que no dejarlo, claro, pero mira, ya has enfermado y eso no tiene vuelta. Para los que están a tiempo, poneos las pilas.
El tabaco no sólo nos quita la salud. O la belleza, que no he dicho ni palabra del aspecto estético, sensorial, del tabaquismo. Lo dejo para otra.
El tabaco a veces nos quita a personas que queremos. A nuestra familia, a nuestros amigos. Hace apenas tres días nos hemos despedido de Ramón, un hombre vitalista, divertido, dinámico, alegre, trabajador, muy amante de su familia, y, tengo que decirlo, sevillista por los cuatro costados. No era de mi familia de sangre, pero me acogía en la suya como si lo fuera. Su hija la mediana es una de esas hermanas que se escogen. A él le robó la salud y la vida, y a los suyos los ha dejado, nos ha dejado, sin él. Por lo menos, amigos, que nos quede la lección.
Por cierto, nunca más se me pusieron los dedos blancos. Será que este inverno no ha sido tan frío, o que me libré del Buerger por los pelos.
A cara descubierta, querida Pilar, hija del alma, te ruego que me permitas hoy introducirme en el amable recinto de tu casa virtual para reforzar tu mensaje. Tú sabes de sobra lo que puedo decir, porque lo has vivido conmigo. Pero habrá valido la pena si mi testimonio aumenta en uno los que dejan de fumar después de leerte.
ResponderEliminarNo voy a contar mi vida, que es larga y, tal vez, aburrida. Prefiero hablar de actitudes del fumador, que las conozco por experiencia:
Como en todas las facetas de la vida, el grave pecado del fumador, además del de fumar, es la MENTIRA. Mientras somos fumadores, nos mentimos, y mentimos a quienes nos quieren, continua y cínicamente:
--Puedo dejarlo cuando quiera...
--Sólo fumo ocho o diez cigarros al día...
--No me trago el humo...
--Me ayuda a combatir el stress...
--Favorece mi trato con la gente... soy tímido...
--Es imprescindible en mi profesión comercial...
--El médico me ha dicho que mis pulmones están intactos...
Los familiares de los fumadores saben que digo la verdad. Los fumadores, también; pero no sé si todos lo reconocerán.
Pues reconózcanlo y actúen en consecuencia: Si analizan su actitud y su actividad en relación con el tabaco en un clima de absoluta sinceridad, dejarán de fumar inmediatamente y con convencimiento, única forma de dejar de fumar. Yo lo he hecho dos veces, porque la primera dejé de fumar, pero no dejé de ser ignorante: DESPUÉS DE DOCE AÑOS!!!! de haber dejado de fumar, cuando ni me acordaba del tabaco, un día tonteé fumándome un cigarro. Y volví a fumar!!!! No lo hagas, querido fumador: Si lo dejas, no vuelvas a probarlo!!!
A los cinco o seis años de volver a fumar caí en la cuenta de que yo me encontraba mejor cuando no fumaba. Como era VERDAD, lo volví a dejar!!! Hasta hoy. Y para siempre!!!!!! Amén.
Pero tengo que reconocer que el daño ya está hecho. Mis pulmones tal vez podrían utilizarse en las Campañas Antitabaco. No resisto caminar más de quinientos metros, porque tengo dificultades respiratorias. De subir escaleras o cuestas, ni hablamos. No seáis tan tontos como yo. Dejadlo antes.
Ah, y no siempre es penoso el proceso de dejarlo. Si vuestra decisión es libre, personal, ajena al miedo... convencida... os resultará relativamente soportable. Claro que se trata de abandonar una adicción... pero si vuestra decisión es fruto de un análisis SINCERO, al margen de las habituales mentiras del fumador, lo conseguiréis con relativa facilidad. YO LO CONSEGUÍ!!!!!!
Gracias, Pilar; y perdona si he abusado de tu siempre generosa acogida.
Un cordial saludo a todos tus lectores, especialmente a los que fuman. Y, para que no queden improcedentes dudas, a tus lectoras y, especialmente, a las que fuman.
Al contrario, papá, no es abuso. Complementas y enriqueces el mensaje. Gracias
ResponderEliminarBuenas tardes, Pilar. Voy a compartir en mi facebook tu escrito, pues al ser un testimonio real, el tuyo (y en un comentario, el de Salvador), puede tener más fuerza para concienciar que otras campañas.
ResponderEliminarLo difundiré, no solo por la salud de quienes consumen esa droga legal, sino también por la de las personas que lo hacen de manera pasiva a su alrededor, que no lo eligen y están expuestas.
Salud y libertad, al romper las cadenas de un vicio como es el tabaco. Felicidades por conseguirlo.
Un placer leerte.
Te lei y no te contesté, María, perdón, hace meses, pero no volví a esta entrada en la vorágine diaria. Por supuesto, esta entrada y las que quieras, puedes compartir en tu blog, si te gustan las ideas y te parecen importantes. Los que escribimos lo hacemos para eso, para que otros nos lean. Y en salud, mientras más, mejor. Gracias! Un abrazo
Eliminar