Puede parecer una obviedad, pero a estas alturas nada me parece ya obvio.
Hay que usar los antibióticos bien, como el resto de los medicamentos, por supuesto.
¿Por qué vamos a especificar hoy sobre el uso correcto de los antibióticos? Porque tienen unas consideraciones especiales, que ahora mismo os voy a explicar de una forma bastante sencilla.
Los antibióticos son unos medicamentos que matan bacterias, atacando a alguna de sus funciones fundamentales. Especifico: bacterias, no virus, ni parásitos, ni hongos, ni ninguna otra clase de microbio que se os pueda ocurrir.
Cuando hay una infección, el organismo reacciona contra ella con un mecanismo inflamatorio, que duele, casi siempre por no decir siempre.
Los antibióticos no quitan el dolor ni bajan la inflamación, directamente. La inflamación y por tanto el dolor, desaparecen porque la infección va cediendo.
Por estos dos motivos, para empezar, los antibióticos ha de recetarlos un médico, no son de venta libre ni es suficiente el consejo de un farmacéutico, por muy orientado y muy bien intencionado que esté: porque es el médico quien debe valorar si el cuadro que ve es infeccioso; y , si es infeccioso, si se sospecha que es bacteriano y requiere el uso de antibióticos.
Por ejemplo: un dolor de muelas no necesita antibióticos. Un dolor es un dolor, no quiere decir que haya una infección que haya que tratar.
Otro ejemplo: la caries es una infección, pero no se trata con antibióticos.
Más ejemplos: los catarros los causan virus. Y la gripe también la causa un virus. Los virus no son sensibles a antibióticos, es decir, no mueren por el efecto de un antibiótico. Por eso son infecciones que no han de tratarse con ellos.
Cierto es que algunas veces el médico manda antibióticos sin haber una infección, de forma preventiva: es cuando el riesgo de usar el antibiótico es menor que el riesgo de tener la infección que se intenta prevenir. Por eso: no siempre que se va al dentista, no siempre que se da a luz, hay que tomar antibióticos.
Que sí, que los antibióticos son maravillosos y han salvado muchas vidas, pero también tienen efectos secundarios que te pueden dañar, incluso gravemente.
Y lo que es más, cuando se usan mal, aparecen las resistencias a los antibióticos, es decir, que los microbios “aprenden” a sobrevivirlos, y no sólo no se mueren sino que se “enseñan” entre ellos: se “pasan” la porción de información genética que les hace inmunes a nuestros tratamientos.
Y llegados ese punto… a ver cómo curamos ahora las infecciones. ¿subiendo las dosis? ¿sumando antibióticos? ¿inventando antibióticos nuevos? Todo eso ya se ha intentado, pero si seguimos usándolos mal, seguimos agotando los recursos.
Por eso, y siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, desde el Servicio Andaluz de Salud se ha puesto en marcha un Programa de Intervención para el Uso Adecuado del Antibiótico, de forma que se incide en los profesionales para que prescriban los antibióticos cuando se deban prescribir, eligiendo el más adecuado a cada situación, en las dosis correctas y con la duración necesaria.
Pero eso no lo podemos hacer solos, es necesario que también vosotros, los usuarios de los servicios sanitarios, debéis conocer esta información y su importancia,
para que: no pidáis antibióticos en la farmacia,
para que en la farmacia no os lo den,
para que si el médico no os manda antibiótico, contra vuestra opinión, sepáis que es porque no es adecuado tomarlos, y si os lo manda, lo toméis bien: la dosis y los días indicados.
Y si sobran dosis del envase, no los guardéis en casa para tomarlos en otra ocasión por vuestra cuenta, sino que los depositéis en el Punto SIGRE de vuestra farmacia.
Gracias a todos por vuestra colaboración.
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