Dejamos caer ese nombre en la última entrada: ANTIVACUNAS
¿quiénes son? ¿dónde van? ¿de dónde vienen?
Voy a intentar explicarlo, aunque me brote la vena sarcástica, y no consiga, esta vez, hacerlo desde un punto de vista neutral puramente informativo. Conforme avance la entrada comprendereis por qué.
Los movimientos antivacunas son una corriente de opinión que, como su mismo nombre indica, no son partidarios del cumplimiento del calendario vacunal, por motivos dispares (lo que ya de por sí los hace poco creíbles). De hecho, más allá de la opinión, cuando la vacunación no es obligatoria, deciden de forma unilateral no poner las vacunas a sus hijos.
No van a ninguna parte. En mi opinión. Por un motivo que se va haciendo evidente conforme pasan los años en los que estos movimientos y estas personas han tenido permitido decidir: porque las consecuencias de sus actos está llevando en diferentes países a modificaciones en la ley que los van cercando, y limitando sus posibilidades. Sigamos con la historia, para que todo esto cobre sentido.
Si esto fuera una peli, aquí habría un subtítulo que pusiera "Londres, 19 años antes"...
Como os adelantaba en la entrada anterior, vivía por entonces un tal Dr. Wakefield que publicó en la afamada y reconocida revista Lancet un artículo en el que hablaba de la relación entre el mercurio contenido en la vacuna triple vírica y la aparición de autismo.
Como es natural cundió el pánico, pues las consecuencias, en caso de haber sido verdad, hubieran sido catastróficas.
Entonces, ligado a esto, aparecieron los primeros movimientos antivacunas, bajo el auspicio de Wakefield y encabezados por padres de niños diagnosticados de autismo (eso era entonces, el a actualidad ese vínculo esta casi totalmente desaparecido).
Al cabo de unos años se descubrió el pastel, como hablamos, cuando se comprobó que Wakefield falseó los datos de su estudio, y se ganaba la vida con la administración de supuestas vacunas alternativas y costosas terapias para los niños autistas. Wakefield fue sancionado y perdió el título y con él la licencia para ejercer la medicina, y Lancet pidió disculpas por la responsabilidad de haber dado sitio a tal publicación.
¡Ajá! Wakefield se estaba enriqueciendo a costa de las consecuencias de la publicación de su artículo.
En los años siguientes, y hasta la actualidad, se han publicado multitud de estudios que descartan cualquier clase de relación entre vacuna triple vírica, o cualquier otra, y autismo.
Se da la triste coincidencia que la edad a la que se administra la vacuna es la edad a la que comienzan a aparecer los síntomas del autismo, para colmo de males.
Wakefield encabezaba el movimiento antivacunas con el único interés económico. No niego que haya otros, es más que probable, que hicieran lo mismo. Deleznable, intolerable. Pero al menos se puede comprender por qué lo hicieron, aunque el motivo sea rechazable.
Vamos a pararnos a pensar ahora. Bueno, si esto entonces ya se conoce que es así, ¿cómo es que sigue habiendo grupos antivacunas, personas antivacunas, es más, minoritariamente gracias a Dios, sanitarios antivacunas?
Lo único que me lo puede explicar, siquiero ser bondadosa en mis pensamientos, es la desinformación, la ignorancia más o menos voluntaria. Hay quien ha oído campanas, pero no sabe dónde. Se ha quedado con una información a medias, sin profundizar siquiera en internet, sin preguntar a sus profesionales de referencia, nada. Han oído que las vacunas son malas y deciden no ponerlas a sus hijos. Escudan sus argumentos en la existencia de errores, y de fallos, cuando ellos son la excepción, e inevitables dada la imperfección de toda actividad humana, y en el condenado artículo de Wakefield en Lancet, ignorando todo el resto de publicaciones posteriores.
Y no será porque falte información, porque en internet, más que el movimiento antivacunas, predomina el movimiento PROVACUNAS, el contrario, que intenta argumentar científicamente y convencer a las personas con el conocimiento actual completo sobre los beneficios de cumplir el calendario vacunal infantil. Entre los profesionales sanitarios, la inmensa mayoría somos partidarios de la vacunación obligatoria infantil.
Y hay un tercer grupo de antivacunas, que son los que de verdad me sacan de mis casillas. Son los antivacunas "CHIC". Son los papás y mamás de nivel económico alto, en ocasiones con formación universitaria (lo de nuevo demuestra que no garantiza nada, por desgracia), que, sin ninguna clase de filtro intelectual, adoptan la corriente antivacunas porque les parece molón. Porque ellos, los "chic", son unos librepensadores, y tienen inteligencia y formación suficiente para no dejarse llevar por el miedo social que impone la industria farmacéutica con el beneplácito de los gobiernos, que seguro que también están sacando tajada de eso. Ellos no son sensibles a las presiones de la industria farmacéutica, que lo que hacen es enriquecerse inventando enfermedades para darnos medicinas que no necesitamos. Qué mala gente, los de la industria farmacéutica.
Así que ellos, muy chic y molones, se benefician de la inmunidad de rebaño, de grupo, que genera la panda de borregos que somos los demás dejándonos llevar hacia la vacunación de nuestros cachorros, dado que hasta ahora la mayoría de la población estaba vacunada. Pero en las zonas donde el movimiento antivacunas es más importante, aparecen brechas en esta inmunidad de rebaño que deja expuestos a los más frágiles (inmunodeprimidos por enfermedad o medicación, enfermos de cáncer, no vacunados) y empiezan a aparecen casos de enfermedades que estaban casi desaparecidas, que llevaban años sin darse, hasta el extremo que algunos médicos que estamos aún lejos de la edad de jubilación no hemos visto un solo enfermo en nuestro recorrido profesional.
Y además algunos se mueren.
Pero a esas personas que decidieron no poner vacunas a sus hijos, y con ello perjudicarlos a ellos, y a la sociedad en la que viven, y de la que se benefician, a esas personas no se les pide ninguna clase de responsabilidad, y yo no lo entiendo. Creo que están cometiendo un delito contra la salud pública, y en el caso de haber enfermos, un delito de lesiones, o de homicidio no voluntario.
Porque el resultado es un enfermo, o un muerto.
Y no sé si me cabrea más que sea por ignorancia, habiendo información, o si es por postureo.
Sí, me cabrea más el postureo. En líneas generales, el postureo saca de mí lo peor de mi vocabulario, y me estoy conteniendo.
Me pregunto si tienen esa misma actitud de resistencia contra las presiones de otras industrias, pero creo que no. No se hacen su propia ropa con sacos de arpillera con la única intención de tapar su cuerpo, sino que se compran ropa en las tiendas de moda, a veces gastando un pastizal en ser chic. Es que la vida de la gente chic no es fácil. No caminan, se compran coches. Y a veces muy caros, sólo por el prestigio que da una determinada marca. Hablan por el móvil, y participan en redes sociales troleando a los tuiteros provacunas y en general en los blogs en los que se expresan opiniones opuestas a las suyas, aunque sean vertidas por personas con mucho más criterio profesional que ellos. Y oye, con moviles de más de 500€, mucho más a veces.
Más postureo. Pero mira, ese no mata a nadie, así que me la pela en qué se gasten su dinero y cómo de chic quieran aparentar, mientras que se dejen de gilipolleces y de hablar de lo que no saben y cumplan con el calendario vacunal.
Ojalá tengamos pronto en este país leyes en las que sea obligatoria la vacunación para acceder a la escolarización, para tener beneficios sociales, leyes que hagan obligatorio el cumplimiento del calendario vacunal infantil, y su incumplimiento, un delito. Leyes por las que la introducción de vacunas en el calendario se rija sólo por motivos científicos, y no económicos o políticos. Un calendario vacunal único para todo el país, por fin, ya era hora, y si fuera posible, los más parecido posible entre los países del mismo entorno, que el mundo global es una realidad.
Os voy a compartir la noticia, a pesar de que la redacción de la misma deja mucho que desear: http://www.elespanol.com/mundo/europa/20170623/225977935_0.html
ResponderEliminarHa muerto un niño con leucemia en Italia. No sería noticia, a pesar de que las tasas de curación dela leucemia linfoblástica aguda que padecía el niño son bastante altas. Ha muerto por las complicaciones del sarampión que le contagiaron sus dos hermanos no vacunados por expreso deseo de sus padres, ya que la vacunación del sarampión no ha sido obligatoria hasta hace escasos meses, cuando el país ha sido apercibido por la OMS por declarar el 43% de los casos de sarampión de Europa. Con vacunaciones inferiores al 90%, la inmunidad de rebaño se ha roto, y los frágiles quedan desportegidos. En este caso, el tercer hermanito enfermo.