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sábado, 24 de noviembre de 2012

Aprende a decir NO

A veces me da la sensación de que decir NO, está mal visto últimamente. Cuando digo no, me ponen mala cara. Y eso que, como soy bastante habladora, suelo argumentar mis razones.
Los bebés pasan por una fase del NO, entre el año y medio y los dos años y medio. Es desesperante, lo recuerdo. Entonces los padres nos informamos mucho sobre cómo manejar esa etapa sin tirar al niño por la ventana, y nos concienciamos de que es una fase importante en el desarrollo cerebral del niño, para la afirmación de su independencia y de la seguridad en sí mismo, de su desarrollo emocional, y que sienta las bases de la futura pubertad.
Pero una vez que pasa esa fase, parece que se nos olvida a todos, chicos y grandes, que a veces hay que decir que NO.
Mensaje para hijos: Los padres tienen que decir que NO a sus hijos, si consideran que lo que les piden es inadecuado o inseguro. Los hijos a veces le dicen NO a sus padres, y eso sólo es aceptable si lo que se les requiere es abusivo, cosa que poquísimas veces ocurre. El NO de los hijos a los padres suele ser más frecuentemente una forma de rebeldía contra la autoridad, de nuevo, como cuando tenían dos años, para autoafirmarse en su independencia.
He ahí el quid de la cuestión. La independencia. Durante la pubertad y la adolescencia, rara vez eres independiente. Vives en casa de tus padres, allí se te da cobijo, se te viste, se te alimenta, y se te quiere. Se te da dinero para la recarga del móvil, para gasolina para la moto, para salir. ¿Cómo se te ocurre pensar que puedes reclamar "independencia"?
Si quieres reafirmar tu independencia con un NO, atentar contra la jerarquía doméstica no es el sitio. Prueba a decir NO cuando te ofrezcan alcohol, cuando te ofrezcan alcohol de nuevo, cuando te ofrezcan más alcohol, cuando te ofrezcan drogas, cuando te reten a hacer algo dañino para tu salud o peligroso para tu integridad física. Cuando quieran sexo contigo y tú no quieras, o quieras pero no quieras hacerlo sin condón.
Mensaje para padres: vosotros teneis la autoridad. Los padres mandan, y los hijos obedecen. Y si se enfadan, que les den bolilla. Nada tiene que ver el amor con la autoridad y la disciplina. Tolerar un poco de frustración aún no ha matado a nadie, y van a tener mucho de eso cuando sean adultos y salgan al mundo. Yo veo mucho de esto en la consulta. Padres (madres habitualmente) que traen a sus hijos porque quieren que los vea un psicólogo o el psiquiatra porque no pueden con ellos. Apenas alguno de ellos realmente tiene un trastorno disocial (lo que antes se llamaba un psicópata, pero ahora no se puede usar esa palabra porque es peyorativa). En la mayoría de los casos hay padres poco conscientes de su autoridad, e hijos que, al no encontrarlos, siguen buscando los límites. En esos casos intento reforzar el sentido de la autoridad de los padres, insistir en la importancia del común acuerdo entre ambos para que el adolescente no aproveche las fisuras entre ellos, y desculpabilizar el NO. No les amas menos por decir NO. En mi opinión, incluso les amas más. Es un cambio de mentalidad a veces difícil, cuando ya de bebé se admitió que a los 5 meses no tomara la fruta "porque no la quiere". Los padres tienen que aprender a imponer su criterio. Bien, que no hace falta gritar ni convertir la casa en una dictadura. Hay cientos de libros, videos y talleres en internet para esto.
Y los hijos tienen que aprender a obedecer. Mis pacientes adolescentes han escuchado mucho esta frase: "Bienvenido al mundo real, donde las cosas casi nunca son como las quieres".

Normalmente los padres agradecen que yo les diga a sus hijos lo que ellos no se atreven o no encuentran las palabras para decir. A los hijos se les queda aproximadamente la misma cara que si se lo dijeran sus padres, porque los que les sorprende es el mensaje. Mi mensaje para padres también lo digo delante de los hijos, para hacerles conscientes de que las cosas van a cambiar en casa. Suelo terminar instando a la negociación de condiciones, y la importancia de que ambas partes cumplan sus partes del trato.
El psiquiatra con el que roté durante la residencia me lo decía muy bien dicho:" los niños sin límites viven estresados, no saben lo que está bien y lo que está mal. Una vez que saben dónde están, se relajan y dejan de buscar esos límites. Ya traspasarlos o no es su decisión, eso es otro asunto".
Pues eso. Que a veces sí hay que ponerle vallas al campo.

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