Tan pequeñitos, tan blanquitos, con esos palitos de colores pastel. Quién lo diría.
Pues no son tan inofensivos como parecen. Al menos si se usan para secar los conductos auditivos después de la ducha.
Hay un dicho de otorrinos que dice que "los oídos hay que limpiarlos con el codo".
Ahora que has probado si puedes, ya puedes seguir leyendo. ¡Ja ja ja!
Finalmente, lo que quiere decir, y lo que yo quiero decir hoy, es que no hay que limpiar los conductos. El cerumen es el mecanismo de limpieza del conducto, no hay que eliminarlo más allá de lo que puedas recoger con la manopla o la toalla.
Meter el bastoncillo en el conducto para limpiarlo por dentro, finalmente lo que hace es compactar el cerumen y facilitar que se forme un incómodo tapón, que cruje, incluso duele, y no te deja oir bien.
Así, como digo yo a mis pacientes en la consulta, deja los bastoncillos para difuminar el perfilador de ojos, para repasar el maquillaje, o (y con esto siempre se ríen un montón) regálaselos a alguien que te caiga mal para que se limpie él/ella los oídos.
Que si Dios hubiera querido que nos limpiásemos los conductos, los hubiera hecho más anchos.
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miércoles, 29 de mayo de 2013
sábado, 25 de mayo de 2013
Violencia doméstica, violencia en la pareja, o cuando la víctima es el hombre
Hoy quiero comentar sobre este tema, porque sobre violencia doméstica cuando la víctima es la mujer habla todo el mundo. Claro, porque es mucho más frecuente, o por lo menos más conocida, más visible, más física frecuentemente.
Como hay sangre, heridas, moratones, huesos rotos, muertes... es muy llamativa. Sale en las noticias de todas las cadenas y publicaciones, los políticos la condenan desde sus despachos (y hasta ahí llega la actuación, y las condenas ejemplares en prisión que se cumplen íntegramente no llegan). Los maltratadores son unos cobardes que abusan de su superioridad física, y de la devoción o la falta de reacción de su pareja.
Pero existen los hombres maltratados también, y de ellos no habla casi nadie. Aunque a veces ocurre, los hombres no suelen ser golpeados por sus parejas, precisamente por la superioridad física habitual de los hombres. El maltrato de la mujer hacia el hombre es más sutil y más discreto. El maltrato físico no es a golpes, más frecuentemente es el envenenamiento: se lo echan en la comida, les cambian las pastillas si toman tratamiento. O la privación de alimentos, cuando el hombre es dependiente de que "le pongan de comer".
Pero el más frecuente de todos los maltratos que sufren los hombres es el psicológico: en forma de insulto, de amenaza, de chantaje emocional, de manipulación con gritos y llantos, causar enfrentamientos con los hijos u otros familiares, toda clase de comportamientos que impiden el desarrollo emocional y de relaciones de la persona y le hacen sufrir lo indecible. Y el que es minusvalorado, no apreciado, no considerado, no tenido en cuenta en sus opiniones y necesidades; el que oye a diario que no vale para nada y que no es nadie sin "ella", hasta que, igual que las mujeres que sufren esa situación, llega a creer que, de tanto oirlo, es cierto. Y el que se ve encerrado en una forma de vida que no le gusta, no le satisface, no le hace feliz, y no se atreve a pestañear siquiera para no volver a tener la culpa de todo y le traten como a un criminal. O eso le dicen.
Es un tema polémico. Alguno, o alguna, casi seguro alguna, me contestará que eso será el resultado de años de dejadez o incluso del mismo maltrato de ese hombre hacia su pareja, y que está probando de su propia medicina. Y no digo que en ocasiones no sea así, y obviamente, tan mal estuvo una cosa como está la otra. Finalmente es una relación destructiva para el otro como para uno mismo.
Y sin olvidar que es delito penal en una dirección u otra. Pero el hombre, como la mujer, no está concienciado de que el maltrato psicológico lo es, que es delito, que es denunciable, y se mezclan el sentimiento de que no lo pueden probar, de que no le van a creer, de que tal vez lo merezca, con la vergüenza de contar por lo que está pasando.
Y así siguen en la sombra, siguen en silencio, siguen sufriendo.
Y por eso yo hoy quería hablar de ellos, y por ellos.
Como hay sangre, heridas, moratones, huesos rotos, muertes... es muy llamativa. Sale en las noticias de todas las cadenas y publicaciones, los políticos la condenan desde sus despachos (y hasta ahí llega la actuación, y las condenas ejemplares en prisión que se cumplen íntegramente no llegan). Los maltratadores son unos cobardes que abusan de su superioridad física, y de la devoción o la falta de reacción de su pareja.
Pero existen los hombres maltratados también, y de ellos no habla casi nadie. Aunque a veces ocurre, los hombres no suelen ser golpeados por sus parejas, precisamente por la superioridad física habitual de los hombres. El maltrato de la mujer hacia el hombre es más sutil y más discreto. El maltrato físico no es a golpes, más frecuentemente es el envenenamiento: se lo echan en la comida, les cambian las pastillas si toman tratamiento. O la privación de alimentos, cuando el hombre es dependiente de que "le pongan de comer".
Pero el más frecuente de todos los maltratos que sufren los hombres es el psicológico: en forma de insulto, de amenaza, de chantaje emocional, de manipulación con gritos y llantos, causar enfrentamientos con los hijos u otros familiares, toda clase de comportamientos que impiden el desarrollo emocional y de relaciones de la persona y le hacen sufrir lo indecible. Y el que es minusvalorado, no apreciado, no considerado, no tenido en cuenta en sus opiniones y necesidades; el que oye a diario que no vale para nada y que no es nadie sin "ella", hasta que, igual que las mujeres que sufren esa situación, llega a creer que, de tanto oirlo, es cierto. Y el que se ve encerrado en una forma de vida que no le gusta, no le satisface, no le hace feliz, y no se atreve a pestañear siquiera para no volver a tener la culpa de todo y le traten como a un criminal. O eso le dicen.
Es un tema polémico. Alguno, o alguna, casi seguro alguna, me contestará que eso será el resultado de años de dejadez o incluso del mismo maltrato de ese hombre hacia su pareja, y que está probando de su propia medicina. Y no digo que en ocasiones no sea así, y obviamente, tan mal estuvo una cosa como está la otra. Finalmente es una relación destructiva para el otro como para uno mismo.
Y sin olvidar que es delito penal en una dirección u otra. Pero el hombre, como la mujer, no está concienciado de que el maltrato psicológico lo es, que es delito, que es denunciable, y se mezclan el sentimiento de que no lo pueden probar, de que no le van a creer, de que tal vez lo merezca, con la vergüenza de contar por lo que está pasando.
Y así siguen en la sombra, siguen en silencio, siguen sufriendo.
Y por eso yo hoy quería hablar de ellos, y por ellos.
miércoles, 22 de mayo de 2013
Aprender a leer la información nutricional de los alimentos
Lo que se ha dicho de toda la vida, aplicado a otras circunstancias: HAY QUE LEER LA LETRA PEQUEÑA.
Efectivamente, y tan pequeña que últimamente me llevo las gafas "de cerca" cuando voy al supermercado. Me pregunto por qué la etiqueta de la información nutricional es pequeña también en los envases grandes, me parece que sólo en las cajas de cereales de desayuno y en los botes de zumo familiares se leen bien! Por no hablar del contorsionismo buscando el mejor enfoque de luz cuando el envase es transparente. Pero eso es otra cuestión y, como siempre, me voy del tema.
Retomamos: la información nutricional de los alimentos es importante si queremos cuidar nuestra salud. Nadie echaría gasolina a un coche de gasoil, y algunos cuidan especialmente su motor echando gasoil 10, plus, o como la compañía de turno le haya dado en llamar a ese gasoil que dice que tiene menos "asiento" y que reduce el consumo. Y sin embargo, si no leemos las etiquetas de los alimentos, le echamos a nuestro cuerpo cualquier combustible, y con muchas probabilidades de que no sea el más adecuado.
Éste es un modelo de etiqueta de información nutricional. De la trucha, concretamente, para conocimiento de los curiosos. Vamos a analizarla; pero antes, es necesario saber un aspecto muy importante:
LA LISTA DE INGREDIENTES. La lista de ingredientes con que se hace el producto que hemos comprado o vamos a comprar no es accidental. Es obligatorio que incluya todos los ingredientes que lo compongan, en orden descendiente en cuanto a cantidades. Es decir, que mientras más arriba esté en la lista, mayor es su participación en el producto.
Comencemos a analizar la etiqueta. Una etiqueta decente debe indicarnos el tamaño de la porción típica, y el número de porciones que contiene el envase. La porción es la cantidad que se suele servir de una vez. Ocurre en demasiadas ocasiones que lo que comemos no es una porción, sino dos o más: está demostrado por estudio científicos que la mayoría de las personas comen (y esta vez no voy a tener la modestia de incluirme) más de lo que creen. Estoy pesadita últimamente con el tema, pero hay que PESAR LOS ALIMENTOS. Evidente, si comemos dos porciones en lugar de una, comemos el doble de todo: de calorías, de hidratos, de grasas, de proteínas, de sal.
Pero.... no hay que dejarse engañar por las cifras, después la información nutricional viene para 100 g de producto (y en ocasiones, de forma paralela, para la porción indicada). Ejemplo típico fácil: los yogures. Un envase de yogur tiene 125g de yogur, así que hay que añadir un 25% a la información nutricional para 100g. La ración típica de cereales de desayuno es 30g, pero si no lo pesas, no te haces la idea de cuánto supone 30g de cereales, y si corresponde a lo que sueles desayunar o merendar.
El siguiente dato es el aporte energético: las calorías. Será por ley, pero se hace un poco confuso ver el dato en Kj y Kcal, cuando los Kj es una unidad de medida que no se utiliza a nivel doméstico. Pero vaya, nos saltamos la cifra y nos fijamos directamente en la cantidad de calorías que aporta. ¿Cuán importante es ese dato? Pues depende de nuestros objetivos, si queremos perder peso es importante, si queremos poner peso es importante. ¿Somos conscientes de lo que supone en nuestra alimentación? Pues creo que en general no. Salvo que seas muy consciente en cuanto a salud y fitness, o hayas leído mi entrada previa del 18 de mayo y te hayas entretenido en calcular tus necesidades calóricas diarias. Algunos envases incluyen qué porcentaje supone este dato respecto a una dieta de 2000 calorías, pero si no son esas tus necesidades, el dato te puede llevar a engaño.
He leído por ahí una propuesta de que el etiquetado incluya una información adicional sobre cuánto ejercicio hay que hacer para quemar esas calorías, del tipo "para consumir las calorías que te aporta este yogur, has de caminar 10 minutos a una velocidad de 5 km/h" (un paso ligerito). Me parece buena idea, así cada cual pondera si le compensa darse un pequeño extra en su dieta.
Y luego llega el análisis de los macronutrientes: proteínas, hidratos de carbono, grasas. Y sus variantes, ahí es donde llega la dificultad.
Proteínas: como tenemos el concepto de que las proteínas son buenas, no se le presta excesiva atención a ese dato. Y son buenas, pero como todo, en sus cantidades adecuadas. Ya vimos que una persona normal necesita 1g de proteínas por kilo de peso corporal, menos si padece una insuficiencia renal, más sólo si no hay daño en los riñones, la actividad deportiva es intensa y se bebe al menos dos litros de agua diarios. ¿Por qué? Porque el riñón tendrá que eliminar el exceso de proteínas no utilizadas, y para eso requiere más agua. Si no, se acumularán en el organismo y darán lugar a enfermedades como la misma insuficiencia renal, daño hepático o la temida y dolorosa gota.
Hidratos de carbono: son la fuente de energía para la actividad diaria, por lo tanto beneficiosos. Pero no todos los hidratos de carbono son iguales. Los mejores, los provenientes de alimentos no procesados, como frutas y verduras, y cereales integrales. Los peores, los provenientes de azúcares refinados: porque tienen una absorción rápida producen un pico de azúcar en la sangre, que dispara la secreción de insulina, que provoca una caída brutal de esos azúcares (que además no nos ha dado tiempo de utilizar y se transformarán de seguro en depósito de grasa en el organismo), que nos hará desear tomar más azúcar de inmediato. Una montaña rusa metabólica, y para los diabéticos, una ruleta rusa metabólica. Así que debemos fijarnos en la cantidad de hidratos de carbono que aporta tal alimento, pero más aún cuántos de ellos son azúcares, para evitarlos dentro de lo posible.
En este punto, volvemos a mirar la lista de ingredientes. ¿Qué harías si el primer o segundo ingrediente del alimento que tienes en la mano es azúcar? ¡Inmediatamente lo dejas en el estante! Eso lo sabe también el fabricante. Pero ese azúcar cae al 5º ó 6º puesto si parte es azúcar como tal, y el resto viene descrito como dextrosa, fructosa, dextrinomaltosa, jarabe de maíz modificado, y otras palabras imposibles de pronunciar. Lee la etiqueta completa...
Grasas: esa parte de la etiqueta que sólo lee el que está a dieta para perder peso, como si fuera lo único importante. Insisto en que las grasas han de suponer el 25% de las calorías de nuestra alimentación ya que son fundamentales para el buen funcionamiento de diversas rutas metabólicas. Pero volvemos a lo mismo, hay que elegir. Punto número 1: las grasas TRANS son veneno para el organismo. Hay que evitarlas a toda costa. Están presentes en alimentos altamente procesados, por ejemplo la margarina, no aparecerán en la etiqueta si suponen menos del 0.5% de la composición por ración (no obliga la ley) pero estarán presentes en nuestra alimentación, sobre todo si comemos más de una ración. También podemos descubrirlas en la lista de ingredientes como "aceite vegetal hidrogenado" o "aceite vegetal parcialmente hidrogenado".
Punto número 2: las grasas que contienen los alimentos pueden ser buenas para la salud, como las monoinsaturadas o las poli-insaturadas: entre ellas ha de haber un equilibrio al 50% aproximadamente para optimizar la proporción entre ácidos grasos omega 3 y omega 6. Las grasas saturadas son las perjudiciales para la salud, las que favorecen el acúmulo de colesterol y triglicéridos en la sangre, las que atascan las arterias, las que aumentan en riesgo cardiovascular. Su consumo ha de ser reducido al mínimo. La etiqueta ha de especificar cuántos de entre los gramos de grasa que contenga el alimento, corresponden a los diferentes tipos.
Así que, el contenido de grasa de un alimento no sólo es interesante durante la "operación bikini", sino todo el año durante todos los años, para cuidar nuestra salud cardiovascular.
Fibra: factor importante a tener en cuenta. Para todos, pero de especial interés para personas estreñidas, ya que aumenta el volumen de las heces y estimula el tránsito intestinal. Al enlentecer la absorción de los nutrientes, la digestión, aumenta la sensación de saciedad, y durante más tiempo. Ello nos invita a comer menos a lo largo del día (si atendemos a nuestro apetito, no a estándares establecidos socialmente o a los antojos), lo que interesa a los que quieren perder peso. Se ha demostrado que disminuye la incidencia de cáncer de colon.
Se considera un alimento rico en fibra el que contiene más del 5% de la misma (más de 5g por cada 100g del alimento). Se aconseja tomar 25-30g de fibra diarios; tampoco más, que puede dar diarreas y flatulencia. Es considerado hidrato de carbono por su composición, aunque no se absorba en el organismo, sean fibras solubles o insolubles, y bajo ese epígrafe lo encontraréis especificado.
Sodio: es muy importante la composición mineral de los alimentos, hasta ahora poco tenida en cuenta y mal informada. Pero entre ellos, el sodio es de especial interés por su relación con la Hipertensión Arterial y por tanto con el Riesgo CardioVascular. El sodio total diario no debe superar los 2500mg (menos de 5g de sal). Atención al sodio en embutidos, chacinas, conservas vegetales o animales. Incluso sin ser hipertenso, perjudica ya que favorece la retención de líquidos. ¡Y favorece que te vuelvas hipertenso en el futuro!
Que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.
Como aliciente en este aspecto, fruto de estudios recientemente publicados, quiero añadir que el aumento del potasio en la dieta es tan beneficioso en este aspecto del control de la Hipertensión Arterial como la reducción del sodio. ¿Y dónde está el potasio? ¡En los vegetales! (os remito a la reciente entrada sobre los beneficios del espárrago).
Ya vamos teniendo información suficiente para hacer la compra con un poco de cabeza. Pero sin olvidarnos de que los mejores alimentos son los que compras sin etiquetas: la carne y el pescado fresco del mercado, las frutas frescas del frutero de la esquina, los frutos secos que no han pasado por manipulaciones industriales. Los alimentos naturales evitarán que infles tu cuerpo con colorantes, estabilizantes y otros "-antes" artificiales que nada te aportan y pueden ser origen de alergias, entre otros.
Efectivamente, y tan pequeña que últimamente me llevo las gafas "de cerca" cuando voy al supermercado. Me pregunto por qué la etiqueta de la información nutricional es pequeña también en los envases grandes, me parece que sólo en las cajas de cereales de desayuno y en los botes de zumo familiares se leen bien! Por no hablar del contorsionismo buscando el mejor enfoque de luz cuando el envase es transparente. Pero eso es otra cuestión y, como siempre, me voy del tema.
Retomamos: la información nutricional de los alimentos es importante si queremos cuidar nuestra salud. Nadie echaría gasolina a un coche de gasoil, y algunos cuidan especialmente su motor echando gasoil 10, plus, o como la compañía de turno le haya dado en llamar a ese gasoil que dice que tiene menos "asiento" y que reduce el consumo. Y sin embargo, si no leemos las etiquetas de los alimentos, le echamos a nuestro cuerpo cualquier combustible, y con muchas probabilidades de que no sea el más adecuado.
Éste es un modelo de etiqueta de información nutricional. De la trucha, concretamente, para conocimiento de los curiosos. Vamos a analizarla; pero antes, es necesario saber un aspecto muy importante:
LA LISTA DE INGREDIENTES. La lista de ingredientes con que se hace el producto que hemos comprado o vamos a comprar no es accidental. Es obligatorio que incluya todos los ingredientes que lo compongan, en orden descendiente en cuanto a cantidades. Es decir, que mientras más arriba esté en la lista, mayor es su participación en el producto.
Comencemos a analizar la etiqueta. Una etiqueta decente debe indicarnos el tamaño de la porción típica, y el número de porciones que contiene el envase. La porción es la cantidad que se suele servir de una vez. Ocurre en demasiadas ocasiones que lo que comemos no es una porción, sino dos o más: está demostrado por estudio científicos que la mayoría de las personas comen (y esta vez no voy a tener la modestia de incluirme) más de lo que creen. Estoy pesadita últimamente con el tema, pero hay que PESAR LOS ALIMENTOS. Evidente, si comemos dos porciones en lugar de una, comemos el doble de todo: de calorías, de hidratos, de grasas, de proteínas, de sal.
Pero.... no hay que dejarse engañar por las cifras, después la información nutricional viene para 100 g de producto (y en ocasiones, de forma paralela, para la porción indicada). Ejemplo típico fácil: los yogures. Un envase de yogur tiene 125g de yogur, así que hay que añadir un 25% a la información nutricional para 100g. La ración típica de cereales de desayuno es 30g, pero si no lo pesas, no te haces la idea de cuánto supone 30g de cereales, y si corresponde a lo que sueles desayunar o merendar.
El siguiente dato es el aporte energético: las calorías. Será por ley, pero se hace un poco confuso ver el dato en Kj y Kcal, cuando los Kj es una unidad de medida que no se utiliza a nivel doméstico. Pero vaya, nos saltamos la cifra y nos fijamos directamente en la cantidad de calorías que aporta. ¿Cuán importante es ese dato? Pues depende de nuestros objetivos, si queremos perder peso es importante, si queremos poner peso es importante. ¿Somos conscientes de lo que supone en nuestra alimentación? Pues creo que en general no. Salvo que seas muy consciente en cuanto a salud y fitness, o hayas leído mi entrada previa del 18 de mayo y te hayas entretenido en calcular tus necesidades calóricas diarias. Algunos envases incluyen qué porcentaje supone este dato respecto a una dieta de 2000 calorías, pero si no son esas tus necesidades, el dato te puede llevar a engaño.
He leído por ahí una propuesta de que el etiquetado incluya una información adicional sobre cuánto ejercicio hay que hacer para quemar esas calorías, del tipo "para consumir las calorías que te aporta este yogur, has de caminar 10 minutos a una velocidad de 5 km/h" (un paso ligerito). Me parece buena idea, así cada cual pondera si le compensa darse un pequeño extra en su dieta.
Y luego llega el análisis de los macronutrientes: proteínas, hidratos de carbono, grasas. Y sus variantes, ahí es donde llega la dificultad.
Proteínas: como tenemos el concepto de que las proteínas son buenas, no se le presta excesiva atención a ese dato. Y son buenas, pero como todo, en sus cantidades adecuadas. Ya vimos que una persona normal necesita 1g de proteínas por kilo de peso corporal, menos si padece una insuficiencia renal, más sólo si no hay daño en los riñones, la actividad deportiva es intensa y se bebe al menos dos litros de agua diarios. ¿Por qué? Porque el riñón tendrá que eliminar el exceso de proteínas no utilizadas, y para eso requiere más agua. Si no, se acumularán en el organismo y darán lugar a enfermedades como la misma insuficiencia renal, daño hepático o la temida y dolorosa gota.
Hidratos de carbono: son la fuente de energía para la actividad diaria, por lo tanto beneficiosos. Pero no todos los hidratos de carbono son iguales. Los mejores, los provenientes de alimentos no procesados, como frutas y verduras, y cereales integrales. Los peores, los provenientes de azúcares refinados: porque tienen una absorción rápida producen un pico de azúcar en la sangre, que dispara la secreción de insulina, que provoca una caída brutal de esos azúcares (que además no nos ha dado tiempo de utilizar y se transformarán de seguro en depósito de grasa en el organismo), que nos hará desear tomar más azúcar de inmediato. Una montaña rusa metabólica, y para los diabéticos, una ruleta rusa metabólica. Así que debemos fijarnos en la cantidad de hidratos de carbono que aporta tal alimento, pero más aún cuántos de ellos son azúcares, para evitarlos dentro de lo posible.
En este punto, volvemos a mirar la lista de ingredientes. ¿Qué harías si el primer o segundo ingrediente del alimento que tienes en la mano es azúcar? ¡Inmediatamente lo dejas en el estante! Eso lo sabe también el fabricante. Pero ese azúcar cae al 5º ó 6º puesto si parte es azúcar como tal, y el resto viene descrito como dextrosa, fructosa, dextrinomaltosa, jarabe de maíz modificado, y otras palabras imposibles de pronunciar. Lee la etiqueta completa...
Grasas: esa parte de la etiqueta que sólo lee el que está a dieta para perder peso, como si fuera lo único importante. Insisto en que las grasas han de suponer el 25% de las calorías de nuestra alimentación ya que son fundamentales para el buen funcionamiento de diversas rutas metabólicas. Pero volvemos a lo mismo, hay que elegir. Punto número 1: las grasas TRANS son veneno para el organismo. Hay que evitarlas a toda costa. Están presentes en alimentos altamente procesados, por ejemplo la margarina, no aparecerán en la etiqueta si suponen menos del 0.5% de la composición por ración (no obliga la ley) pero estarán presentes en nuestra alimentación, sobre todo si comemos más de una ración. También podemos descubrirlas en la lista de ingredientes como "aceite vegetal hidrogenado" o "aceite vegetal parcialmente hidrogenado".
Punto número 2: las grasas que contienen los alimentos pueden ser buenas para la salud, como las monoinsaturadas o las poli-insaturadas: entre ellas ha de haber un equilibrio al 50% aproximadamente para optimizar la proporción entre ácidos grasos omega 3 y omega 6. Las grasas saturadas son las perjudiciales para la salud, las que favorecen el acúmulo de colesterol y triglicéridos en la sangre, las que atascan las arterias, las que aumentan en riesgo cardiovascular. Su consumo ha de ser reducido al mínimo. La etiqueta ha de especificar cuántos de entre los gramos de grasa que contenga el alimento, corresponden a los diferentes tipos.
Así que, el contenido de grasa de un alimento no sólo es interesante durante la "operación bikini", sino todo el año durante todos los años, para cuidar nuestra salud cardiovascular.
Fibra: factor importante a tener en cuenta. Para todos, pero de especial interés para personas estreñidas, ya que aumenta el volumen de las heces y estimula el tránsito intestinal. Al enlentecer la absorción de los nutrientes, la digestión, aumenta la sensación de saciedad, y durante más tiempo. Ello nos invita a comer menos a lo largo del día (si atendemos a nuestro apetito, no a estándares establecidos socialmente o a los antojos), lo que interesa a los que quieren perder peso. Se ha demostrado que disminuye la incidencia de cáncer de colon.
Se considera un alimento rico en fibra el que contiene más del 5% de la misma (más de 5g por cada 100g del alimento). Se aconseja tomar 25-30g de fibra diarios; tampoco más, que puede dar diarreas y flatulencia. Es considerado hidrato de carbono por su composición, aunque no se absorba en el organismo, sean fibras solubles o insolubles, y bajo ese epígrafe lo encontraréis especificado.
Sodio: es muy importante la composición mineral de los alimentos, hasta ahora poco tenida en cuenta y mal informada. Pero entre ellos, el sodio es de especial interés por su relación con la Hipertensión Arterial y por tanto con el Riesgo CardioVascular. El sodio total diario no debe superar los 2500mg (menos de 5g de sal). Atención al sodio en embutidos, chacinas, conservas vegetales o animales. Incluso sin ser hipertenso, perjudica ya que favorece la retención de líquidos. ¡Y favorece que te vuelvas hipertenso en el futuro!
Que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.
Como aliciente en este aspecto, fruto de estudios recientemente publicados, quiero añadir que el aumento del potasio en la dieta es tan beneficioso en este aspecto del control de la Hipertensión Arterial como la reducción del sodio. ¿Y dónde está el potasio? ¡En los vegetales! (os remito a la reciente entrada sobre los beneficios del espárrago).
Ya vamos teniendo información suficiente para hacer la compra con un poco de cabeza. Pero sin olvidarnos de que los mejores alimentos son los que compras sin etiquetas: la carne y el pescado fresco del mercado, las frutas frescas del frutero de la esquina, los frutos secos que no han pasado por manipulaciones industriales. Los alimentos naturales evitarán que infles tu cuerpo con colorantes, estabilizantes y otros "-antes" artificiales que nada te aportan y pueden ser origen de alergias, entre otros.
sábado, 18 de mayo de 2013
Menos de 1200 calorías no te harán adelgazar
Esta entrada va dedicada a todas esas personas que pretenden adelgazar matándose de hambre. Estamos en mayo, hace calor, las visitas a la playa los fines de semana empiezan a hacerse frecuentes, la piel apenas está preparada para recibir tanto sol, y el bikini del año pasado ya no queda igual. La historia que se repite en muchos espejos y en tantos otros probadores en este tiempo. Ahora es cuando nos acordamos del turrón, de las sopas de tomate, de los pestiños, de las tartas de comunión y de los aperitivos de los fines de semana.
Y queremos perder TODO lo que sobra antes de las vacaciones en la playa... ¡ERROR! No voy a decir ahora nada nuevo, que esas cosas no se puede dejar para el último momento. Cuidar el cuerpo no puede depender de que llegue el verano, o un evento. Cuidar el cuerpo debería ser un estilo de vida para el año completo, y así no habría estrés a estas alturas del año.
Pero lo hecho ya está hecho, el año que viene cambiaremos el chip, ¿no? Y nos inventamos un plan para llegar al verano con unos pocos kilos menos. LOCURA TOTAL es pensar que mientras menos comemos, más adelgazamos.
Me voy a explicar: la idea base es que para perder peso, hay que comer menos calorías de las que gastamos. ¿Cómo se consigue? Teóricamente fácil, aumentando el gasto, o sea aumentando la actividad física, y reduciendo las calorías que comemos. Hasta ahí bien, pero el concepto tiene un techo y suelo: si el déficit de calorías es demasiado pequeño perderemos despacio,PERO SI ES DEMASIADO GRANDE, TAMBIÉN PERDEREMOS DESPACIO. O no perderemos peso en absoluto. ¿En serio? Pues sí.
Si comemos demasiado por debajo de nuestras necesidades, por un lado corremos el riesgo de caer en la tentación y pegarnos un atracón, porque finalmente el cuerpo no está teniendo lo que necesita; y por otro lado, nuestro cuerpo tenderá a retener las pocas calorías que le aportamos para poder atender a las necesidades básicas, o exponernos a sufrir a largo plazo las consecuencias de la malnutrición.
Vamos por partes entonces. Lo primero es calcular cuánto debemos comer. El organismo gasta un número de calorías en mantenerse vivo, simplemente. Eso es el gasto metabólico basal. Por eso, NUNCA SE DEBE ESTAR POR DEBAJO DE ESA CIFRA. Otra cosa es lo que el cuerpo gasta en la actividad diaria, y eso depende de cuál sea nuestra actividad diaria: será más bajo en las personas sedentarias, y aumenta progresivamente con nuestra actividad física. Eso es el Gasto Energético Diario Total.
Es fácil encontrar en internet calculadoras para averiguar el nuestro.
http://www.vitonica.com/dietas/cuantas-calorias-necesito-calculo-del-gasto-energetico-total
Ésta es una de ellas, pero hay cientos.
Muy bien, ahora que sabemos cuál es nuestro gasto calórico diario, si queremos perder peso, hay que buscar el punto por encima del gasto metabólico basal y por debajo del gasto diario. Se aconseja reducir éste en un 10-30%, dependiendo de cuánto peso tengamos que perder. En mi opinión y experiencia, un 20% es fantástico: Se pierde con fluidez, y no se pasa nada de hambre, y si se eligen bien las comidas, casi todos los días quedan calorías para una onzita de chocolate negro o algunas almendras. O ¡helado!
¿Cuál es el papel del ejercicio? Por un lado, además de la mejoría del estado de salud en general, de cara a la pérdida de peso, aumenta el gasto diario de calorías. Se acepta como norma que un kilo de grasa contiene 7000 calorías aproximadamente, así que para acabar con un kilo de grasa, hay que gastar 7000 calorías más de las que se comen. Claro que esto no se hace de la noche a la mañana, así que la constancia es fundamental. El ejercicio cardiovascular, andar, correr, montar en bicicleta, bailar... quema grasa, consume calorías. El ejercicio de fuerza, levantar pesas, aumenta la masa muscular, lo que aumenta el gasto de calorías en reposo. Una combinación de ambas es lo perfecto, y con 3-5 sesiones semanales es suficiente, y le damos al músculo la oportunidad de recuperarse del esfuerzo y se evitan lesiones.
Además, nos permite comer más, no tener hambre, para no perder el déficit calórico del 20% que nos hemos propuesto. Además, una vez que vayamos eliminando la capa de grasa que nos está sobrando, comenzará a asomar un cuerpo tonificado más bonito, más ágil, más equilibrado. Y más pequeño: no todo está en el peso, con el ejercicio comprobaremos que los centímetros van desapareciendo, más que el peso, ya que el músculo es más denso que la grasa: es decir, que pesa más a igualdad de volumen, o que el mismo peso tiene un volumen mucho menor, que es lo mismo pero al revés. ¡Ay, que me lío!
El siguiente paso es elegir qué comemos: pues de todo, el cuerpo necesita de toda clase de alimentos. Es fundamental reducir la ingesta de grasa, pero no suprimirla del todo, puesto que la grasa es necesaria para muchas funciones metabólicas. Un 25% es suficiente. Las proteínas son fundamentales en nuestra alimentación, pero un exceso de ellas puede dar lugar a problemas de salud por retención de ellas y daño a la función de los riñones; las necesidades dependen entre otras, de la actividad física que realizamos, siendo lo más frecuente alrededor de 1g por kilo de peso corporal y día, hasta un máximo de 2 g por kilo y día en grandes deportistas. Esto supone un 15-20% de las calorías de la dieta. Y el resto, 55-60% de la alimentación son hidratos de carbono, que nos aportan la energía necesaria para el día, y como lo gastamos con el ejercicio, no se acumulan en forma de grasa. Hablamos de hidratos de carbono, NO DE AZÚCARES REFINADOS: cereales integrales, patata, frutas, lácteos: hidratos buenos.
Diferentes estudios han demostrado que la mayoría de las personas comen mucho más de lo que creen. Así que, aunque sea pesado, tenemos que saber qué y cuánto estamos comiendo. Hay que pesar la comida, y registrar lo que comemos, por ejemplo en alguna web o aplicación para smartphones, que tienen una amplísima base de datos.
http://www.softonic.com/s/calcular-calorias-diarias:palm
Como veis en este enlace a Softonic, no es fácil encontrar calculadoras en español. En inglés hay muchas, pero la dificultad del idioma es un problema para muchos.
Otra alternativa es contar con una dieta ya preparada, con las calorías contadas, y ajustarnos a ella; el problema es las adaptaciones necesarias por apetencias, cosas que no nos gustan, o alergias. Los intercambios tendrán que ser por alimentos equivalentes tanto en calorías como nutricionalmente. ¡Eso puede requerir ayuda profesional!
¿Vemos un ejemplo?
Mujer de 42 años, 73 kilos, 170 cm de altura.
El Indice de Masa Corporal es de 27, indica un sobrepeso. Y quiere perder peso.
Su Gasto Metabólico Basal es de 1460 calorías. Quiere decir: no debe comer por debajo de estas calorías para mantener el cuerpo sano.
Sin hacer nada de ejercicio, su Gasto Energético Diario es de 1752 Calorías. Al descontar el 20% para que pierda peso, son 350 calorías, nos devuelve a las 1402 calorías del gasto basal. (toas estas cifras admiten un margen razonable de 50 calorías ariba o abajo).
Haciendo ejercicio ligero, de una a tres veces a la semana, aumenta a 2000 calorías. Menos el 20%, 1600 Calorías.
Haciendo ejercicio moderado de tres a cinco veces a la semana, sube a 2260 calorías, Menos el 20%, 452 calorías, 1810 calorías diarias: quizás hasta no tengas hambre como para comer 1800 calorías diarias...
Releamos el título: ¿aún sigues creyendo que perderás peso comiendo menos de 1200 calorías? ¿que será sano? ¿que no tendrás hambre a todas horas?
Por último, un recordatorio: conforme vayas reduciendo tu peso, las necesidades de tu cuerpo también cambiarán, por lo que se aconseja recalcular las necesidades cada vez que el peso corporal varíe en 4 ó 5 kilos, para evitar estancamientos, que son muy frustrantes:
La señora de nuestro ejemplo ha perdido 6 kilos, ahora pesa 67. Manteniendo la actividad física, su gasto diario es de 2174 calorías. Al restar el 20%, 434 calorías, 1740 es lo que debe comer.
¡Buena suerte!
Y queremos perder TODO lo que sobra antes de las vacaciones en la playa... ¡ERROR! No voy a decir ahora nada nuevo, que esas cosas no se puede dejar para el último momento. Cuidar el cuerpo no puede depender de que llegue el verano, o un evento. Cuidar el cuerpo debería ser un estilo de vida para el año completo, y así no habría estrés a estas alturas del año.
Pero lo hecho ya está hecho, el año que viene cambiaremos el chip, ¿no? Y nos inventamos un plan para llegar al verano con unos pocos kilos menos. LOCURA TOTAL es pensar que mientras menos comemos, más adelgazamos.
Me voy a explicar: la idea base es que para perder peso, hay que comer menos calorías de las que gastamos. ¿Cómo se consigue? Teóricamente fácil, aumentando el gasto, o sea aumentando la actividad física, y reduciendo las calorías que comemos. Hasta ahí bien, pero el concepto tiene un techo y suelo: si el déficit de calorías es demasiado pequeño perderemos despacio,PERO SI ES DEMASIADO GRANDE, TAMBIÉN PERDEREMOS DESPACIO. O no perderemos peso en absoluto. ¿En serio? Pues sí.
Si comemos demasiado por debajo de nuestras necesidades, por un lado corremos el riesgo de caer en la tentación y pegarnos un atracón, porque finalmente el cuerpo no está teniendo lo que necesita; y por otro lado, nuestro cuerpo tenderá a retener las pocas calorías que le aportamos para poder atender a las necesidades básicas, o exponernos a sufrir a largo plazo las consecuencias de la malnutrición.
Vamos por partes entonces. Lo primero es calcular cuánto debemos comer. El organismo gasta un número de calorías en mantenerse vivo, simplemente. Eso es el gasto metabólico basal. Por eso, NUNCA SE DEBE ESTAR POR DEBAJO DE ESA CIFRA. Otra cosa es lo que el cuerpo gasta en la actividad diaria, y eso depende de cuál sea nuestra actividad diaria: será más bajo en las personas sedentarias, y aumenta progresivamente con nuestra actividad física. Eso es el Gasto Energético Diario Total.
Es fácil encontrar en internet calculadoras para averiguar el nuestro.
http://www.vitonica.com/dietas/cuantas-calorias-necesito-calculo-del-gasto-energetico-total
Ésta es una de ellas, pero hay cientos.
Muy bien, ahora que sabemos cuál es nuestro gasto calórico diario, si queremos perder peso, hay que buscar el punto por encima del gasto metabólico basal y por debajo del gasto diario. Se aconseja reducir éste en un 10-30%, dependiendo de cuánto peso tengamos que perder. En mi opinión y experiencia, un 20% es fantástico: Se pierde con fluidez, y no se pasa nada de hambre, y si se eligen bien las comidas, casi todos los días quedan calorías para una onzita de chocolate negro o algunas almendras. O ¡helado!
¿Cuál es el papel del ejercicio? Por un lado, además de la mejoría del estado de salud en general, de cara a la pérdida de peso, aumenta el gasto diario de calorías. Se acepta como norma que un kilo de grasa contiene 7000 calorías aproximadamente, así que para acabar con un kilo de grasa, hay que gastar 7000 calorías más de las que se comen. Claro que esto no se hace de la noche a la mañana, así que la constancia es fundamental. El ejercicio cardiovascular, andar, correr, montar en bicicleta, bailar... quema grasa, consume calorías. El ejercicio de fuerza, levantar pesas, aumenta la masa muscular, lo que aumenta el gasto de calorías en reposo. Una combinación de ambas es lo perfecto, y con 3-5 sesiones semanales es suficiente, y le damos al músculo la oportunidad de recuperarse del esfuerzo y se evitan lesiones.
Además, nos permite comer más, no tener hambre, para no perder el déficit calórico del 20% que nos hemos propuesto. Además, una vez que vayamos eliminando la capa de grasa que nos está sobrando, comenzará a asomar un cuerpo tonificado más bonito, más ágil, más equilibrado. Y más pequeño: no todo está en el peso, con el ejercicio comprobaremos que los centímetros van desapareciendo, más que el peso, ya que el músculo es más denso que la grasa: es decir, que pesa más a igualdad de volumen, o que el mismo peso tiene un volumen mucho menor, que es lo mismo pero al revés. ¡Ay, que me lío!
El siguiente paso es elegir qué comemos: pues de todo, el cuerpo necesita de toda clase de alimentos. Es fundamental reducir la ingesta de grasa, pero no suprimirla del todo, puesto que la grasa es necesaria para muchas funciones metabólicas. Un 25% es suficiente. Las proteínas son fundamentales en nuestra alimentación, pero un exceso de ellas puede dar lugar a problemas de salud por retención de ellas y daño a la función de los riñones; las necesidades dependen entre otras, de la actividad física que realizamos, siendo lo más frecuente alrededor de 1g por kilo de peso corporal y día, hasta un máximo de 2 g por kilo y día en grandes deportistas. Esto supone un 15-20% de las calorías de la dieta. Y el resto, 55-60% de la alimentación son hidratos de carbono, que nos aportan la energía necesaria para el día, y como lo gastamos con el ejercicio, no se acumulan en forma de grasa. Hablamos de hidratos de carbono, NO DE AZÚCARES REFINADOS: cereales integrales, patata, frutas, lácteos: hidratos buenos.
Diferentes estudios han demostrado que la mayoría de las personas comen mucho más de lo que creen. Así que, aunque sea pesado, tenemos que saber qué y cuánto estamos comiendo. Hay que pesar la comida, y registrar lo que comemos, por ejemplo en alguna web o aplicación para smartphones, que tienen una amplísima base de datos.
http://www.softonic.com/s/calcular-calorias-diarias:palm
Como veis en este enlace a Softonic, no es fácil encontrar calculadoras en español. En inglés hay muchas, pero la dificultad del idioma es un problema para muchos.
Otra alternativa es contar con una dieta ya preparada, con las calorías contadas, y ajustarnos a ella; el problema es las adaptaciones necesarias por apetencias, cosas que no nos gustan, o alergias. Los intercambios tendrán que ser por alimentos equivalentes tanto en calorías como nutricionalmente. ¡Eso puede requerir ayuda profesional!
¿Vemos un ejemplo?
Mujer de 42 años, 73 kilos, 170 cm de altura.
El Indice de Masa Corporal es de 27, indica un sobrepeso. Y quiere perder peso.
Su Gasto Metabólico Basal es de 1460 calorías. Quiere decir: no debe comer por debajo de estas calorías para mantener el cuerpo sano.
Sin hacer nada de ejercicio, su Gasto Energético Diario es de 1752 Calorías. Al descontar el 20% para que pierda peso, son 350 calorías, nos devuelve a las 1402 calorías del gasto basal. (toas estas cifras admiten un margen razonable de 50 calorías ariba o abajo).
Haciendo ejercicio ligero, de una a tres veces a la semana, aumenta a 2000 calorías. Menos el 20%, 1600 Calorías.
Haciendo ejercicio moderado de tres a cinco veces a la semana, sube a 2260 calorías, Menos el 20%, 452 calorías, 1810 calorías diarias: quizás hasta no tengas hambre como para comer 1800 calorías diarias...
Releamos el título: ¿aún sigues creyendo que perderás peso comiendo menos de 1200 calorías? ¿que será sano? ¿que no tendrás hambre a todas horas?
Por último, un recordatorio: conforme vayas reduciendo tu peso, las necesidades de tu cuerpo también cambiarán, por lo que se aconseja recalcular las necesidades cada vez que el peso corporal varíe en 4 ó 5 kilos, para evitar estancamientos, que son muy frustrantes:
La señora de nuestro ejemplo ha perdido 6 kilos, ahora pesa 67. Manteniendo la actividad física, su gasto diario es de 2174 calorías. Al restar el 20%, 434 calorías, 1740 es lo que debe comer.
¡Buena suerte!
miércoles, 15 de mayo de 2013
¡Váyase a freir espárragos!
Pues sí, no literalmente, debería, usted que me está leyendo, porque el espárrago es una de las mejores verduras que se pueden comer.
Con un altísimo contenido de agua, mayor al 90%, y de fibra, es una verdura muy saciante con muy pocas calorías, lo que la convierte en excelente para las dietas de adelgazamiento, y para los problemas de estreñimiento de los que hablábamos en la entrada pasada.
Son además una rica fuente de vitaminas variadas: del grupo B, C, A, E, K y de minerales, como el potasio (previene los calambres y ayuda a bajar la tesión arterial tanto como reducir el sodio) y el zinc (fundamental para piel, pelo, uñas y para la cicatrización). Mención especial para el aporte de ácido fólico, sobre todo para la mujer que está planificando un embarazo o está en las primeras semanas de gestación, períodos en los que el organismo gasta cantidades industriales de ácido fólico en la formación del tubo neural del feto, y con los espárragos ayudamos a prevenir estas malformaciones tan graves; también para personas con enfermedades reumáticas en tratamiento con un medicamento llamado metotrexate, que consume igualmente el ácido fólico del organismo. Incluso algunas formas de demencia se asocian al déficit de vitamina B12 y ácido fólico, con lo que su aporte beneficia para los síntomas mentales de estas personas, casi siempre mayores.
Es de los vegetales que más proteínas aportan, que junto al magnesio, son fundamentales para el músculo, y como el potasio previene los calambres, son un excelente alimento para deportistas en la recuperación tras la sesión de entrenamiento.
Se le han atribuido beneficios sexuales, por una parte por la vitamina E, y también como afrodisíaco debido a su forma fálica, pero ya sabemos que los alimentos afrodisíacos no existen, que todo está en el cerebro. Y ahora, que cada uno juegue a comerse los espárragos como quiera...
Uno de sus componentes, la asparragina, además tiene propiedades duiréticas, con lo que colabora a luchar contra la hipertensión y la retención de líquidos, y ayuda a controlar la diabetes. Incluso se habla de que colaboran a la disolución de cálculos renales, pero eso está aún sin demostrar, así que no nos anticipemos.
Sólo una salvedad, una limitación: al ser ricos en vitamina K, su consumo debe ser muy limitado en personas que tomen Sintrom (R), ya que la vitamina K interfiere en su acción anticoagulante y en estos casos podrían ser perjudiciales para la salud.
Hay varios tipos de espárragos fundamentalmente: los verdes y los blancos. No son especies distintas, son los mismos, sólo que los blancos han crecido bajo tierra, y al no estar expuestos a la luz no sintetizan clorofila y no se ponen verdes. Si los sacáramos, primero se pondrían rosas y ya después virarían a verdes igualmente. Nutricionalmente hablando, condiciona que sean algo más pobres que los verdes en todos sus componentes, pero hay quien los prefieren al ser más suaves de sabor. Yo personalmente son una fan del espárrago verde, tanto del silvestre como del cultivado, tallo grueso o tallo fino...
Lo de ir a freir espárragos era una broma para llamar vuestra atención. Nada de freir, que cogen mucha grasa y perdemos los beneficios para la salud de los que hablamos. A la plancha, en revuelto con huevos, en guiso con bacalao o merluza, con jamón, como guarnición, hervidos con o sin mayonesa... ¿quieres compartir tu receta?
Y si no tienes ganas de cocinar, date una vuelta un día por Alcalá del Valle, donde se producen más de un millón de kilos de espárragos todos los años, y sus bares y restaurantes te pueden ofrecer una variada carta de especialidades cocinadas con este manjar. ¡Altamente recomendable!
http://t.co/4ALzdz9G1l
Un poquito de información a este respecto en este blog, para los que no conozcais Alcalá del Valle.
¡A disfrutar!
Con un altísimo contenido de agua, mayor al 90%, y de fibra, es una verdura muy saciante con muy pocas calorías, lo que la convierte en excelente para las dietas de adelgazamiento, y para los problemas de estreñimiento de los que hablábamos en la entrada pasada.
Son además una rica fuente de vitaminas variadas: del grupo B, C, A, E, K y de minerales, como el potasio (previene los calambres y ayuda a bajar la tesión arterial tanto como reducir el sodio) y el zinc (fundamental para piel, pelo, uñas y para la cicatrización). Mención especial para el aporte de ácido fólico, sobre todo para la mujer que está planificando un embarazo o está en las primeras semanas de gestación, períodos en los que el organismo gasta cantidades industriales de ácido fólico en la formación del tubo neural del feto, y con los espárragos ayudamos a prevenir estas malformaciones tan graves; también para personas con enfermedades reumáticas en tratamiento con un medicamento llamado metotrexate, que consume igualmente el ácido fólico del organismo. Incluso algunas formas de demencia se asocian al déficit de vitamina B12 y ácido fólico, con lo que su aporte beneficia para los síntomas mentales de estas personas, casi siempre mayores.
Es de los vegetales que más proteínas aportan, que junto al magnesio, son fundamentales para el músculo, y como el potasio previene los calambres, son un excelente alimento para deportistas en la recuperación tras la sesión de entrenamiento.
Se le han atribuido beneficios sexuales, por una parte por la vitamina E, y también como afrodisíaco debido a su forma fálica, pero ya sabemos que los alimentos afrodisíacos no existen, que todo está en el cerebro. Y ahora, que cada uno juegue a comerse los espárragos como quiera...
Uno de sus componentes, la asparragina, además tiene propiedades duiréticas, con lo que colabora a luchar contra la hipertensión y la retención de líquidos, y ayuda a controlar la diabetes. Incluso se habla de que colaboran a la disolución de cálculos renales, pero eso está aún sin demostrar, así que no nos anticipemos.
Sólo una salvedad, una limitación: al ser ricos en vitamina K, su consumo debe ser muy limitado en personas que tomen Sintrom (R), ya que la vitamina K interfiere en su acción anticoagulante y en estos casos podrían ser perjudiciales para la salud.
Hay varios tipos de espárragos fundamentalmente: los verdes y los blancos. No son especies distintas, son los mismos, sólo que los blancos han crecido bajo tierra, y al no estar expuestos a la luz no sintetizan clorofila y no se ponen verdes. Si los sacáramos, primero se pondrían rosas y ya después virarían a verdes igualmente. Nutricionalmente hablando, condiciona que sean algo más pobres que los verdes en todos sus componentes, pero hay quien los prefieren al ser más suaves de sabor. Yo personalmente son una fan del espárrago verde, tanto del silvestre como del cultivado, tallo grueso o tallo fino...
Lo de ir a freir espárragos era una broma para llamar vuestra atención. Nada de freir, que cogen mucha grasa y perdemos los beneficios para la salud de los que hablamos. A la plancha, en revuelto con huevos, en guiso con bacalao o merluza, con jamón, como guarnición, hervidos con o sin mayonesa... ¿quieres compartir tu receta?
Y si no tienes ganas de cocinar, date una vuelta un día por Alcalá del Valle, donde se producen más de un millón de kilos de espárragos todos los años, y sus bares y restaurantes te pueden ofrecer una variada carta de especialidades cocinadas con este manjar. ¡Altamente recomendable!
http://t.co/4ALzdz9G1l
Un poquito de información a este respecto en este blog, para los que no conozcais Alcalá del Valle.
¡A disfrutar!
sábado, 11 de mayo de 2013
¡Qué pesadez! El estreñimiento
Sí que da pesadez... está uno hinchado, se nota pesado en la barriga, hasta torpe. Eso en los casos más benignos. Otras veces lo que da es dolor de barriga, a veces muy intenso, a veces hasta sube al tórax y entonces... ay, ¿me estará dando un infarto? Al médico que me voy ahora mismo.
El estreñimiento es un problema, ciertamente. Para algunas personas es un problema serio. Y en ocasiones puede ser síntoma de una enfermedad más importante, sobre todo si aparece de repente. Pero no es de eso de lo que hablaremos hoy.
Hablaremos del estreñimiento simple, de las personas, por lo demás sanas, de cualquier edad, que no van al baño a diario, o van a diario pero hacen deposiciones escasas, menores de lo que deberían ser. Entonces las heces se retienen en el intestino, y así empiezan los líos. El intestino grueso absorbe el agua de las heces, así que mientras más tiempo pasen en él, más secas y duras se ponen, y más difícil y dolorosa es la defecación: hasta llegar a formarse un fecaloma, que es como llamamos a las heces que forman una bola y se ponen duras como una piedra, imposibles de expulsar sin ayuda externa manual. Y si duele, uno mismo se inhibe, y cierra el círculo del estreñimiento.
Eso le pasa mucho a los niños... Por otro lado, esas heces ocupan espacio en nuestra barriga, dando esa pesadez y hasta dolor, y van distendiendo el intestino, lo que también duele y en casos extremos y a largo plazo, aparte de mantener el estreñimiento puede terminar en una obstrucción intestinal que nos lleve caminito del quirófano.
Resumiendo: ¡hay que luchar contra el estreñimiento! Por el bienestar a corto y a largo plazo.
Salvo que tengamos una enfermedad que lo condicione, la mayoría de las personas son estreñidas porque son estreñidas, sin más, y muchas de ellas sólo necesitarían modificar algunos hábitos. En lo posible hay que evitar el uso de laxantes y enemas, que conllevan pereza del colon que nos hace cada vez más dependientes de esa ayuda externa. ¿Qué hacemos?
Tomar más fibra en nuestra dieta. Fundamental. La intención es aumentar la masa de las heces, de forma que estimuen el movimiento de los intestinos y propulsen las heces hacia la salida. Fibras que podemos encontrar, como hemos hablado en otras ocasiones, en frutas, prácticamente todas ayudan, excepciones son el plátanos y los higos chumbos, que en grandes cantidades nos pueden llevar a un estreñimiento agudo, mientras que las más favorables son las naranjas, el kiwi, las ciruelas y la manzana; y en las verduras, sobre todo en las de hoja verde larga como la lechuga, las espinacas, las acelgas, pero también en otras como el brócoli (recordemos, además excepcional fuente de hierro y vitamina C), las berenjenas, las coles... pero también en los cereales, sobre todo si son de grano entero (trigo integral, arroz integral, salvado de avena) y en algunas semillas, como las de lino, y el sésamo o ajonjolí (como se conoce en Andalucía), que además de la fibra aporta aminoácidos esenciales y ayuda a reducir la cifra de colesterol total y aporta grasas insaturadas (de las buenas).
Beber mucha agua. Viene de la mano del aumento de la fibra de la dieta, ya que sin el agua las heces pueden endurecerse más aún, y consiste en que las heces sean abundantes y suficientemente blandas como para expulsarlas con facilidad y sin dolor. Ya nuestro cuerpo se encargará de pedirnos el agua, pero como parece difícil pararse a beber el agua que realmente necesitamos al cabo del día, allá va el consejo para insistir en este punto.
Más aún en las fechas que estamos, que empieza a hacer calor de verdad y el cuerpo gasta más agua en mantener la temperatura del organismo, y no nos queremos enterar hasta que empezamos a ver que la gente se deshidrata. ¡Atentos al agua!
Hacer ejercicio. Un antiguo anuncio de televisión decía "quien mueve las piernas, mueve el corazón". Y yo digo "quien mueve las piernas, mueve las tripas". Y es una gran verdad, está demostrado que la actividad física estimula el peristaltismo (que es el nombre del movimiento intestinal). ¡Sal a dar un paseo aunque sea! No hace falta un ejercicio extenuante, simplemente mantener una cierta actividad física.
El estreñimiento es un problema, ciertamente. Para algunas personas es un problema serio. Y en ocasiones puede ser síntoma de una enfermedad más importante, sobre todo si aparece de repente. Pero no es de eso de lo que hablaremos hoy.
Hablaremos del estreñimiento simple, de las personas, por lo demás sanas, de cualquier edad, que no van al baño a diario, o van a diario pero hacen deposiciones escasas, menores de lo que deberían ser. Entonces las heces se retienen en el intestino, y así empiezan los líos. El intestino grueso absorbe el agua de las heces, así que mientras más tiempo pasen en él, más secas y duras se ponen, y más difícil y dolorosa es la defecación: hasta llegar a formarse un fecaloma, que es como llamamos a las heces que forman una bola y se ponen duras como una piedra, imposibles de expulsar sin ayuda externa manual. Y si duele, uno mismo se inhibe, y cierra el círculo del estreñimiento.
Eso le pasa mucho a los niños... Por otro lado, esas heces ocupan espacio en nuestra barriga, dando esa pesadez y hasta dolor, y van distendiendo el intestino, lo que también duele y en casos extremos y a largo plazo, aparte de mantener el estreñimiento puede terminar en una obstrucción intestinal que nos lleve caminito del quirófano.
Resumiendo: ¡hay que luchar contra el estreñimiento! Por el bienestar a corto y a largo plazo.
Salvo que tengamos una enfermedad que lo condicione, la mayoría de las personas son estreñidas porque son estreñidas, sin más, y muchas de ellas sólo necesitarían modificar algunos hábitos. En lo posible hay que evitar el uso de laxantes y enemas, que conllevan pereza del colon que nos hace cada vez más dependientes de esa ayuda externa. ¿Qué hacemos?
Tomar más fibra en nuestra dieta. Fundamental. La intención es aumentar la masa de las heces, de forma que estimuen el movimiento de los intestinos y propulsen las heces hacia la salida. Fibras que podemos encontrar, como hemos hablado en otras ocasiones, en frutas, prácticamente todas ayudan, excepciones son el plátanos y los higos chumbos, que en grandes cantidades nos pueden llevar a un estreñimiento agudo, mientras que las más favorables son las naranjas, el kiwi, las ciruelas y la manzana; y en las verduras, sobre todo en las de hoja verde larga como la lechuga, las espinacas, las acelgas, pero también en otras como el brócoli (recordemos, además excepcional fuente de hierro y vitamina C), las berenjenas, las coles... pero también en los cereales, sobre todo si son de grano entero (trigo integral, arroz integral, salvado de avena) y en algunas semillas, como las de lino, y el sésamo o ajonjolí (como se conoce en Andalucía), que además de la fibra aporta aminoácidos esenciales y ayuda a reducir la cifra de colesterol total y aporta grasas insaturadas (de las buenas).
Beber mucha agua. Viene de la mano del aumento de la fibra de la dieta, ya que sin el agua las heces pueden endurecerse más aún, y consiste en que las heces sean abundantes y suficientemente blandas como para expulsarlas con facilidad y sin dolor. Ya nuestro cuerpo se encargará de pedirnos el agua, pero como parece difícil pararse a beber el agua que realmente necesitamos al cabo del día, allá va el consejo para insistir en este punto.
Más aún en las fechas que estamos, que empieza a hacer calor de verdad y el cuerpo gasta más agua en mantener la temperatura del organismo, y no nos queremos enterar hasta que empezamos a ver que la gente se deshidrata. ¡Atentos al agua!
Hacer ejercicio. Un antiguo anuncio de televisión decía "quien mueve las piernas, mueve el corazón". Y yo digo "quien mueve las piernas, mueve las tripas". Y es una gran verdad, está demostrado que la actividad física estimula el peristaltismo (que es el nombre del movimiento intestinal). ¡Sal a dar un paseo aunque sea! No hace falta un ejercicio extenuante, simplemente mantener una cierta actividad física.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Pase lo que pase, no es el fin del mundo
"Lo que la oruga interpreta como el fin del mundo, es lo que el maestro denomina mariposa". Richard Bach.
El miedo no es ni bueno ni malo en sí mismo.
El miedo te puede encerrar en un intento de protección que, al aislarte, te debilita finalmente. Entonces el miedo es malo. Es la unión y la conexión lo que hace la fuerza.
Pero si miramos al miedo a los ojos y avanzamos, enfrentamos los cambios de la vida con confianza, soltamos las ideas, pensamientos y muletas varias que ya no nos sirven... entonces el miedo es bueno.
Abandonar situaciones conocidas que ya no significan protección y seguridad (y quizás nunca lo significaron) y aprovechar las oportunidades del nuevo espacio por descubrir.
Los cambios en la vida requieren creatividad, y el miedo es venenoso para la creatividad: no manipular la mirada a la realidad para que se ajuste a nuestros deseos y mantener la mente abierta a nuevos enfoques es el camino.
Es inmovilizador refugiarse en hábitos trasnochados, en relaciones enquistadas, en un trabajo que no aporta nada o en ideas o creencias inflexibles. Fuera de la zona de seguridad es donde tenemos la oportunidad de crecer y avanzar.
En épocas de cambio, el miedo es a perder lo que nos es familiar. Pero en el cambio, la zona de seguridad ya no lo es, sino que genera malestar o frustración permanente porque perpetúa una situación sin salida: bueno, no es que no haya salida, es que la salida es cambiar la situación y soltar lastres que ya no nos sirven.
¿Cómo sabemos qué es lo que pasa?
Hay que pararse a escuchar al cuerpo y la mente, que son nuestros mejores aliados.
Ansiedad, insomnio, estrés, enfado, depresión, y culpamos de todo a los demás. La mente es fantástica culpando a cualquiera menos a nosotros mismos. Pero no es cuestión de culpas, ni de castigos, sino de responsabilidades.
Pero cuando es el cuerpo el que avisa, dolor de cabeza, gastritis, hipertensión, dolor de espalda... ha llegado el momento de revisar urgentemente la vida, restablecer prioridades e imponer cambios.
Los cuánticos llaman a esto "huida a un orden superior": somos empujados a un cambio que, aunque cuando menos desconcertante, nos lleva a algo mejor, por evolución, por crecimiento.
Hay un término que define bien esto: la "resiliencia" , la capacidad de generar cambios positivos en épocas de crisis.
El primer paso es aceptar la realidad tal cual es. Sin negarla, sin justificarla, sin hacerse ilusiones de que no ocurre, pues esto da sólo un alivio temporal que no soluciona nada.
Afrontar la realidad es duro emocionalmente al principio, pero es la forma de adaptarnos a la nueva situación y salvar nuestras vidas.
Segundo, encontrar un sentido prfundo de la vida ayuda a mantenernos enfocados. Ningún objetivo exterior nos aporta esto, hay que buscar dentro. Así podemos desarrollar alegría, gratitud, amor, compasión, sabiduría...
Saber que nuestra vida tiene significado da un norte, un referente para que no nos perdamos en un mar de cambios.
Y finalmente, con imaginación, vayamos introduciendo cambios en nuestra vida, cosas bellas, inspiradoras, funcionales.
El realismo optimista es que, después de afrontar los hechos y contemplar el problema, se centra en las soluciones. Sin obsesiones ni catastrofismo.
Y sin centrarnos en nosotros mismos. Hacer una buena acción, ayudar a los demás, da un subidón de energía que se transforma en calma, satisfacción y bienenstar emocional de forma duradera, capaz de sobrevivir a las circunstancias de tu vida. Las endorfinas (las hormonas de la felicidad) liberadas reducen el dolor físico y el estrés, fortalecen la inmunidad y fortalecen el corazón. Cuando te hermanas con el entorno y te sientes parte de un Todo, desaparecen los miedos, ¿cómo tener miedo a lo que forma parte de tí y a donde perteneces?
De esto y más trata el libro de Joan Borysenko que da título a la entrada de hoy, de lectura amena y agradable además de ser una perfecta ayuda cuando nuestras vidas se encuentran en un cruce de caminos y hay que decidir por cuál seguir, y no nos atrevemos a elegir.
No está disponible para descarga gratuita legal, pero sí a la venta, y a buen precio, en este enlace:
http://www.casadellibro.com/buscador/busquedaLibros?lang=es&busqueda=PASE%20LO%20QUE%20PASE,%20NO%20ES%20EL%20FIN%20DEL%20MUNDO:%20RESILIENCIA%20PARA%20MOMENT%20OS%20DE%20CRISIS&nivel=5&auto=1
"Tengan la mente abierta a todo y atada a nada". Dr. Wayne Dyer.
El miedo no es ni bueno ni malo en sí mismo.
El miedo te puede encerrar en un intento de protección que, al aislarte, te debilita finalmente. Entonces el miedo es malo. Es la unión y la conexión lo que hace la fuerza.
Pero si miramos al miedo a los ojos y avanzamos, enfrentamos los cambios de la vida con confianza, soltamos las ideas, pensamientos y muletas varias que ya no nos sirven... entonces el miedo es bueno.
Abandonar situaciones conocidas que ya no significan protección y seguridad (y quizás nunca lo significaron) y aprovechar las oportunidades del nuevo espacio por descubrir.
Los cambios en la vida requieren creatividad, y el miedo es venenoso para la creatividad: no manipular la mirada a la realidad para que se ajuste a nuestros deseos y mantener la mente abierta a nuevos enfoques es el camino.
Es inmovilizador refugiarse en hábitos trasnochados, en relaciones enquistadas, en un trabajo que no aporta nada o en ideas o creencias inflexibles. Fuera de la zona de seguridad es donde tenemos la oportunidad de crecer y avanzar.
En épocas de cambio, el miedo es a perder lo que nos es familiar. Pero en el cambio, la zona de seguridad ya no lo es, sino que genera malestar o frustración permanente porque perpetúa una situación sin salida: bueno, no es que no haya salida, es que la salida es cambiar la situación y soltar lastres que ya no nos sirven.
¿Cómo sabemos qué es lo que pasa?
Hay que pararse a escuchar al cuerpo y la mente, que son nuestros mejores aliados.
Ansiedad, insomnio, estrés, enfado, depresión, y culpamos de todo a los demás. La mente es fantástica culpando a cualquiera menos a nosotros mismos. Pero no es cuestión de culpas, ni de castigos, sino de responsabilidades.
Pero cuando es el cuerpo el que avisa, dolor de cabeza, gastritis, hipertensión, dolor de espalda... ha llegado el momento de revisar urgentemente la vida, restablecer prioridades e imponer cambios.
Los cuánticos llaman a esto "huida a un orden superior": somos empujados a un cambio que, aunque cuando menos desconcertante, nos lleva a algo mejor, por evolución, por crecimiento.
Hay un término que define bien esto: la "resiliencia" , la capacidad de generar cambios positivos en épocas de crisis.
El primer paso es aceptar la realidad tal cual es. Sin negarla, sin justificarla, sin hacerse ilusiones de que no ocurre, pues esto da sólo un alivio temporal que no soluciona nada.
Afrontar la realidad es duro emocionalmente al principio, pero es la forma de adaptarnos a la nueva situación y salvar nuestras vidas.
Segundo, encontrar un sentido prfundo de la vida ayuda a mantenernos enfocados. Ningún objetivo exterior nos aporta esto, hay que buscar dentro. Así podemos desarrollar alegría, gratitud, amor, compasión, sabiduría...
Saber que nuestra vida tiene significado da un norte, un referente para que no nos perdamos en un mar de cambios.
Y finalmente, con imaginación, vayamos introduciendo cambios en nuestra vida, cosas bellas, inspiradoras, funcionales.
El realismo optimista es que, después de afrontar los hechos y contemplar el problema, se centra en las soluciones. Sin obsesiones ni catastrofismo.
Y sin centrarnos en nosotros mismos. Hacer una buena acción, ayudar a los demás, da un subidón de energía que se transforma en calma, satisfacción y bienenstar emocional de forma duradera, capaz de sobrevivir a las circunstancias de tu vida. Las endorfinas (las hormonas de la felicidad) liberadas reducen el dolor físico y el estrés, fortalecen la inmunidad y fortalecen el corazón. Cuando te hermanas con el entorno y te sientes parte de un Todo, desaparecen los miedos, ¿cómo tener miedo a lo que forma parte de tí y a donde perteneces?
De esto y más trata el libro de Joan Borysenko que da título a la entrada de hoy, de lectura amena y agradable además de ser una perfecta ayuda cuando nuestras vidas se encuentran en un cruce de caminos y hay que decidir por cuál seguir, y no nos atrevemos a elegir.
No está disponible para descarga gratuita legal, pero sí a la venta, y a buen precio, en este enlace:
http://www.casadellibro.com/buscador/busquedaLibros?lang=es&busqueda=PASE%20LO%20QUE%20PASE,%20NO%20ES%20EL%20FIN%20DEL%20MUNDO:%20RESILIENCIA%20PARA%20MOMENT%20OS%20DE%20CRISIS&nivel=5&auto=1
"Tengan la mente abierta a todo y atada a nada". Dr. Wayne Dyer.
sábado, 4 de mayo de 2013
Cuatro niveles de prevención
Prevención: acción y efecto de preparar con anticipación lo necesario para un fin, anticiparse a una dificultad, prever un daño, avisar a alguien de algo.
Parece por tanto, a priori, que la prevención es buena. ¿No? Bueno, pues tiene matices. Nos hemos criado con el refrán "Más vale prevenir que curar", que no porque se diga muchas veces se hace más verdadero.
Más lejos todavía: el médico te habla y no le entiendes. ¿Prevención primaria? ¿Prevención secundaria? ¿Cuántas clases de prevención hay?
Tradicionalmente se hablaba de tres niveles de prevención, muy recientemente se ha acuñado un cuarto término, que de tan reciente no está siquiera en mente de toda la comunidad médica, cuanto menos forma parte de la cultura popular.
Vamos a ir aclarando ideas, para que las consultas y los programas de televisión y radio sobre salud dejen de ser un galimatías:
Prevención primaria: son las actividades encaminadas a EVITAR QUE APAREZCA una enfermedad. comprende la Promoción de la Salud, que son las medidas de fomento y defensa de la salud de los individuos de una comunidad. Por ejemplo, las campañas anti-tabaco; también la Protección Específica de la Salud, como la Salud Ambiental (fluoración de la red de agua pública) y la Higiene Alimentaria (controles veterinarios en los mataderos). Otro aspecto es la quimioprofilaxis, que es la administración de fármacos para evitar que aparezca una enfermedad,como cuando tomamos antibióticos para no contagiarnos de malaria para viajar a países donde esta enfermedad es endémica.
Uno de los instrumentos de la promoción de la salud es la Educación para la Salud, que transmite información sobre condiciones sociales, ambientales, económicas que influyen sobre la salud, además de sobre factores y comportamientos de riesgo para sufrir determinada enfermedad, y sobre el uso de los servicios de asistencia sanitaria; pero no sólo transmite información, sino que fomenta la motivación, la adquisición de habilidades personales y la autoestima necesarias para que los individuos adopten las medidas protectoras y de mejora de la salud.
Por ejemplo: este blog intenta hacer protección para la salud: os informa, os explica, ¿os motiva? ¿cómo lo mejoramos entre todos?
Prevención secundaria: son los programas de detección precoz: es decir, intentan diagnosticar una enfermedad antes de que que aparezcan sus síntomas. Pero no cualquier enfermedad, ni cualquier intervención sanitaria: para que sea eficiente, debemos hablar de una enfermedad con una historia natural conocida, con un periodo pre-sintomático prolongado, durante el cual haya un tratamiento eficaz y curativo, sin el cual la enfermedad empeore la calidad o acorte significativamente la vida.
La prueba a realizar ha de ser fácil, segura, sencilla, coste-eficiente (que no es lo mismo que barata), bien aceptada por médicos y pacientes, y con validez probada por método científico (explicar estos conceptos se salen de los objetivos de este blog....). Por ejemplo: la realización de citologías periódicas (cada tres años) desde los 25 años hasta la menopausia. La intención de esta prueba, que es inocua, indolora, sencilla, accesible y barata, es la detección precoz del cáncer de cuello de útero y/o de lesiones indicativas de afectación por el Virus del Papiloma Humano, vinculado casi 100% al mismo.
Prevención terciaria. Es cuando el tratamiento está encaminado a paliar, curar una enfermedad o intentar que no vuelva a padecerse. Por ejemplo: cuando se toma una estatina después de un infarto.
Y por último, el cuarto y novedoso nivel de prevención. ¿qué es la prevención cuaternaria? Es el conjunto de actividades sanitarias encaminadas a atenuar o evitar las consecuencias de una atención sanitaria innecesaria o excesiva. Porque a veces las expectativa sobre la prevención es desproporcionada, o se consideran preventivas actividades que realmente no lo son; en resumen, porque no siempre es mejor prevenir que curar. En esta línea, queda en cuestión la prevención de la osteoporosis, la menopausia tratada con estrógenos (para empezar la menopausia no es una enfermedad), o la prevención de las fracturas con bifosfonatos, el uso de tratamientos para el colesterol después de los 65 años si no es como prevención secundaria, el "chequeo anual" que ni detecta nada ni previene nada, las mamografías antes de los 50 años (hay quien también las cuestiona después de dicha edad como programa de cribado), los "protectores de estómago" (que tampoco lo son) cuando se toman "muchas pastillas", y así tantas y tantas cosas. Conscientes de que a veces la actitud del sanitario es de "encarnizamiento terapéutico", cada vez son más las voces que claman por una actitud más sensata, más natural, y basada en guías de práctica clínica, no vaya a ser que "sea peor el remedio que la enfermedad".
Parece por tanto, a priori, que la prevención es buena. ¿No? Bueno, pues tiene matices. Nos hemos criado con el refrán "Más vale prevenir que curar", que no porque se diga muchas veces se hace más verdadero.
Más lejos todavía: el médico te habla y no le entiendes. ¿Prevención primaria? ¿Prevención secundaria? ¿Cuántas clases de prevención hay?
Tradicionalmente se hablaba de tres niveles de prevención, muy recientemente se ha acuñado un cuarto término, que de tan reciente no está siquiera en mente de toda la comunidad médica, cuanto menos forma parte de la cultura popular.
Vamos a ir aclarando ideas, para que las consultas y los programas de televisión y radio sobre salud dejen de ser un galimatías:
Prevención primaria: son las actividades encaminadas a EVITAR QUE APAREZCA una enfermedad. comprende la Promoción de la Salud, que son las medidas de fomento y defensa de la salud de los individuos de una comunidad. Por ejemplo, las campañas anti-tabaco; también la Protección Específica de la Salud, como la Salud Ambiental (fluoración de la red de agua pública) y la Higiene Alimentaria (controles veterinarios en los mataderos). Otro aspecto es la quimioprofilaxis, que es la administración de fármacos para evitar que aparezca una enfermedad,como cuando tomamos antibióticos para no contagiarnos de malaria para viajar a países donde esta enfermedad es endémica.
Uno de los instrumentos de la promoción de la salud es la Educación para la Salud, que transmite información sobre condiciones sociales, ambientales, económicas que influyen sobre la salud, además de sobre factores y comportamientos de riesgo para sufrir determinada enfermedad, y sobre el uso de los servicios de asistencia sanitaria; pero no sólo transmite información, sino que fomenta la motivación, la adquisición de habilidades personales y la autoestima necesarias para que los individuos adopten las medidas protectoras y de mejora de la salud.
Por ejemplo: este blog intenta hacer protección para la salud: os informa, os explica, ¿os motiva? ¿cómo lo mejoramos entre todos?
Prevención secundaria: son los programas de detección precoz: es decir, intentan diagnosticar una enfermedad antes de que que aparezcan sus síntomas. Pero no cualquier enfermedad, ni cualquier intervención sanitaria: para que sea eficiente, debemos hablar de una enfermedad con una historia natural conocida, con un periodo pre-sintomático prolongado, durante el cual haya un tratamiento eficaz y curativo, sin el cual la enfermedad empeore la calidad o acorte significativamente la vida.
La prueba a realizar ha de ser fácil, segura, sencilla, coste-eficiente (que no es lo mismo que barata), bien aceptada por médicos y pacientes, y con validez probada por método científico (explicar estos conceptos se salen de los objetivos de este blog....). Por ejemplo: la realización de citologías periódicas (cada tres años) desde los 25 años hasta la menopausia. La intención de esta prueba, que es inocua, indolora, sencilla, accesible y barata, es la detección precoz del cáncer de cuello de útero y/o de lesiones indicativas de afectación por el Virus del Papiloma Humano, vinculado casi 100% al mismo.
Prevención terciaria. Es cuando el tratamiento está encaminado a paliar, curar una enfermedad o intentar que no vuelva a padecerse. Por ejemplo: cuando se toma una estatina después de un infarto.
Y por último, el cuarto y novedoso nivel de prevención. ¿qué es la prevención cuaternaria? Es el conjunto de actividades sanitarias encaminadas a atenuar o evitar las consecuencias de una atención sanitaria innecesaria o excesiva. Porque a veces las expectativa sobre la prevención es desproporcionada, o se consideran preventivas actividades que realmente no lo son; en resumen, porque no siempre es mejor prevenir que curar. En esta línea, queda en cuestión la prevención de la osteoporosis, la menopausia tratada con estrógenos (para empezar la menopausia no es una enfermedad), o la prevención de las fracturas con bifosfonatos, el uso de tratamientos para el colesterol después de los 65 años si no es como prevención secundaria, el "chequeo anual" que ni detecta nada ni previene nada, las mamografías antes de los 50 años (hay quien también las cuestiona después de dicha edad como programa de cribado), los "protectores de estómago" (que tampoco lo son) cuando se toman "muchas pastillas", y así tantas y tantas cosas. Conscientes de que a veces la actitud del sanitario es de "encarnizamiento terapéutico", cada vez son más las voces que claman por una actitud más sensata, más natural, y basada en guías de práctica clínica, no vaya a ser que "sea peor el remedio que la enfermedad".
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