Como una imagen vale más que mil palabras, pues imaginad lo que vale un video!!
Por eso he seleccionado éste, de mi canal favorito de ejercicio en youtube, Sí, sí, que está en inglés, pero está subtitulado en español. Rápido y eficaz, para antes de salir a andar, correr, hacer ciclismo o ir al gimnasio a levantar algunos kilos.
Para balillas que no tienen tiempo de nada, en este mismo canal, eso sí, sin subtítulos, pero en serio, ni falta que hacen, ya que las imágenes son muy explicativas, hay otros videos de rutina completa de ejercicios en 7 minutos, ejercicios para hacer en la silla de la oficina, en fin, que el tiempo no es excusa. Hasta el rato de los anuncios durante tu programa favorito de televisión es un tiempo válido aprovechable.
Un saludo, y que aproveche
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sábado, 30 de noviembre de 2013
sábado, 23 de noviembre de 2013
Ejercicios flexibilizantes de piernas
A petición de un lector, que recientemente escribió solicitando esta tabla de ejercicios para así completar sus rutinas diarias.
He seleccionado ésta por completa y a la vez sencilla, en pocos movimientos conseguimos elongar todos los grandes grupos musculares.
Estos ejercicios son adecuados para todas las edades, adaptados, más que a la edad, a la forma física de cada uno. Si tienes poca flexibilidad, has de tener la precaución de iniciar los movimientos despacio, y no llevarlos más allá del dolor, no olvidemos que también podemos lesionarnos con un mal estiramiento.
Cualquier momento es bueno para realizarlos, tanto como rutina independiente como posterior al ejercicio cardiovascular o de resistencia; en este momento de recuperación, son obligados para evitar dolor por contractura sostenida.
A la vez, os recuerdo que antes del ejercicio, los estiramientos no son adecuados, realmente son perjudiciales ya que llegan a debilitar la musculatura que luego querremos trabajar.
Antes del ejercicio, lo adecuado es un calentamiento dinámico, no un estiramiento.
Entonces, si os parece, para la próxima entrada, preparamos un adecuado calentamiento previo al ejercicio.
¡Hala! Basta de leer, es hora de sudar la camiseta...
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Demencia y Dolor, 2 D que me hacen pensar
Os lo tengo que contar porque hace ya bastantes días que no puedo dejar de pensar en ello.
Tengo una paciente, de más de 80 años, Jacinta la llamaremos. Porque como está demenciada, no le puedo pedir permiso para nombrarla en el blog.
Bueno, conocí a Jacinta hace 5 años, cuando empecé a trabajar en el pueblo donde trabajo en la actualidad. Era una polvorilla que cuidaba de su casa y de sus hermanos solteros, dos en concreto. Durante estos cinco años la he visto iniciar un deterioro cognitivo con sus rarezas iniciales, con el desconcierto de sus familiares, con sus cambios de humor, con la aceptación de sus hermanos que pasaron a ser los que cuidaban de ella, con el aumento de su deterioro. Sigue caminando, nunca sola, porque su hermano la acompaña a pasear todos los días, mientras repasaban fichas de estimulación cognitiva. Ya no sale tanto, porque le daba vergüenza que la vieran que lleva pañales. Está más torpe ahora, y la acompañan incluso por la casa.
Y es que hace unos meses le apareció un "bulto" en la raíz de un muslo, pensaba su familia que era una hernia inguinal antigua que le había aumentado, pero era un tumor. Que creció a una velocidad de pasmo, y mientras apareció una adenopatía en la axila. Y todo eso mientras esperaba la cita "preferente" con el cirujano, porque a los "tontos" de los médicos de Atención Primaria no se nos oferta una ecografía de partes blandas ni un TAC. Para saber pedir esas pruebas tienes que ser médico de hospital, que todo el mundo sabe que son más listos, aunque sea un R1 (residente de primer año). Puffffff si no lo digo, reviento.
Total, un tumor maligno finalmente. Y con metástasis. Jooooo. Y es que hace escasos meses que uno de sus hermanos murió de un cáncer, y tiene otro que vive fuera, luchando contra otro.
Como si fuera poco, el tumor se infecta y abscesifica, es decir, sale la pus por una perforación que hace hacia la piel. En tres días el tumor dobla el diámetro de su pierna, supura y sangra.
Pero Jacinta no dice ni pescao frito. No se queja de nada. Le pregunto, y dice que no le duele. Y me entran ganas de creerla, porque no tiene expresión de dolor: ni rictus en la boca, que luce su media sonrisa habitual, ni en los ojos, que son serenos como siempre.
Pero por otro lado me cuesta creerla, porque lo que veo tiene que doler a la fuerza.
Y me pregunto si es que, entre todos los "cables" que se sueltan en el cerebro por la demencia, también se suelta en del dolor, y de verdad resulta que su cerebro no se está enterando de las señales de dolor que las terminaciones nerviosas de la pierna tienen que estar a la fuerza enviando; o si la demencia no le permite expresar el dolor que está sintiendo. No expresa con palabras, pero tampoco con gestos o expresiones, ni siquiera durante las curas. Pero es que eso... tiene que doler.
No lo sé, realmente, y me mata no saber. Le he ofrecido analgésicos, pero me dice su hermano que no los está tomando. Y que duerme bien, y que sigue moviéndose por la casa y sus pequeños paseos.
Espero estar haciéndolo bien. Porque sé que Jacinta se está muriendo, de hecho todo lo que vas a leer a partir de esta misma frase es un añadido posterior a la redacción primitiva de esta entrada. Lleva cuatro días sin salir de la cama, más o menos consciente, porque a pesar de no quejarse de dolor, le han puesto mórficos mientras yo estaba fuera. El equipo de Cuidados Paliativos ha dejado en su casa un protocolo para sedarla (llegado el momento): un protocolo que incluye medicación de la que no dispongo en Atención Primaria, así que seguiré sedando, llegado el momento, como lo he hecho hasta ahora con aceptables resultados.
Porque morirse hay que morirse, porque para morirse sólo hace falta estar vivo.
Pero bien-morirse, para mí, es irse de este mundo sin dolor, sin ahogo, sin sed. Sin un montón de plastiquitos metidos por diferentes partes del cuerpo que molesten más que ayuden. Sin un montón de gente desconocida entrando, saliendo y haciendo ruido, interrumpiendo el postrero momento de paz que les quisiera proporcionar.
Y he pasado por encima sobre las, a veces, conflictivas interacciones con la vida hospitalaria, que dará para otra entrada. Tal vez otro día.
Tengo una paciente, de más de 80 años, Jacinta la llamaremos. Porque como está demenciada, no le puedo pedir permiso para nombrarla en el blog.
Bueno, conocí a Jacinta hace 5 años, cuando empecé a trabajar en el pueblo donde trabajo en la actualidad. Era una polvorilla que cuidaba de su casa y de sus hermanos solteros, dos en concreto. Durante estos cinco años la he visto iniciar un deterioro cognitivo con sus rarezas iniciales, con el desconcierto de sus familiares, con sus cambios de humor, con la aceptación de sus hermanos que pasaron a ser los que cuidaban de ella, con el aumento de su deterioro. Sigue caminando, nunca sola, porque su hermano la acompaña a pasear todos los días, mientras repasaban fichas de estimulación cognitiva. Ya no sale tanto, porque le daba vergüenza que la vieran que lleva pañales. Está más torpe ahora, y la acompañan incluso por la casa.
Y es que hace unos meses le apareció un "bulto" en la raíz de un muslo, pensaba su familia que era una hernia inguinal antigua que le había aumentado, pero era un tumor. Que creció a una velocidad de pasmo, y mientras apareció una adenopatía en la axila. Y todo eso mientras esperaba la cita "preferente" con el cirujano, porque a los "tontos" de los médicos de Atención Primaria no se nos oferta una ecografía de partes blandas ni un TAC. Para saber pedir esas pruebas tienes que ser médico de hospital, que todo el mundo sabe que son más listos, aunque sea un R1 (residente de primer año). Puffffff si no lo digo, reviento.
Total, un tumor maligno finalmente. Y con metástasis. Jooooo. Y es que hace escasos meses que uno de sus hermanos murió de un cáncer, y tiene otro que vive fuera, luchando contra otro.
Como si fuera poco, el tumor se infecta y abscesifica, es decir, sale la pus por una perforación que hace hacia la piel. En tres días el tumor dobla el diámetro de su pierna, supura y sangra.
Pero Jacinta no dice ni pescao frito. No se queja de nada. Le pregunto, y dice que no le duele. Y me entran ganas de creerla, porque no tiene expresión de dolor: ni rictus en la boca, que luce su media sonrisa habitual, ni en los ojos, que son serenos como siempre.
Pero por otro lado me cuesta creerla, porque lo que veo tiene que doler a la fuerza.
Y me pregunto si es que, entre todos los "cables" que se sueltan en el cerebro por la demencia, también se suelta en del dolor, y de verdad resulta que su cerebro no se está enterando de las señales de dolor que las terminaciones nerviosas de la pierna tienen que estar a la fuerza enviando; o si la demencia no le permite expresar el dolor que está sintiendo. No expresa con palabras, pero tampoco con gestos o expresiones, ni siquiera durante las curas. Pero es que eso... tiene que doler.
No lo sé, realmente, y me mata no saber. Le he ofrecido analgésicos, pero me dice su hermano que no los está tomando. Y que duerme bien, y que sigue moviéndose por la casa y sus pequeños paseos.
Espero estar haciéndolo bien. Porque sé que Jacinta se está muriendo, de hecho todo lo que vas a leer a partir de esta misma frase es un añadido posterior a la redacción primitiva de esta entrada. Lleva cuatro días sin salir de la cama, más o menos consciente, porque a pesar de no quejarse de dolor, le han puesto mórficos mientras yo estaba fuera. El equipo de Cuidados Paliativos ha dejado en su casa un protocolo para sedarla (llegado el momento): un protocolo que incluye medicación de la que no dispongo en Atención Primaria, así que seguiré sedando, llegado el momento, como lo he hecho hasta ahora con aceptables resultados.
Porque morirse hay que morirse, porque para morirse sólo hace falta estar vivo.
Pero bien-morirse, para mí, es irse de este mundo sin dolor, sin ahogo, sin sed. Sin un montón de plastiquitos metidos por diferentes partes del cuerpo que molesten más que ayuden. Sin un montón de gente desconocida entrando, saliendo y haciendo ruido, interrumpiendo el postrero momento de paz que les quisiera proporcionar.
Y he pasado por encima sobre las, a veces, conflictivas interacciones con la vida hospitalaria, que dará para otra entrada. Tal vez otro día.
sábado, 16 de noviembre de 2013
El herpes labial
Andaba el otro día @tourquesa, mi bloguera de moda favorita, por divertida y estilosa, preocupada porque había pasado frío en un reciente viaje, de esos viajes relámpago que ella hace para tenernos al día de lo más "in" del momento, y le habían salido herpes en los labios.
Herpes, fiebres, pupas... los mil nombres que tienen.
¿Qué son los herpes labiales finalmente?
Es una lesión causada por el virus herpes simplex tipo I. Ya habreis imaginado la existencia del virus herpes simplex tipo II. A título práctico, la diferencia fundamental es que el tipo I causa sobre todo lesiones labiales, y el tipo II lesiones genitales. Aunque puede ocurrir al revés, que aparezcan lesiones de virus tipo I en genitales y de tipo II en labios. Es lo que tiene el sexo oral, que a veces las cosas cambian de sitio.
Hay otro tipo de virus herpes, el zoster, pero quizás ese se merezca una entrada para él solo, lo dejamos para más adelante, ¿vale?
Vamos al lío.
El virus herpes simplex, como virus que es, es bastante contagioso. Quiere decir, que es bastante fácil que nos infecte. Nos causa la primera lesión en el labio, y luego, el muy traidor, en lugar de morirse, o dejar inmunidad, pues va y se acantona en un ganglio, habitualmente del cuello por la parte de delante. De forma que, quedándose de forma latente en nuestro organismo, rebrota a la mínima oportunidad que aparece: excesivo frío, excesivo calor, la ovulación, la regla, estrés, otra enfermedad infecciosa, tomar antibióticos o corticoides por otro motivo...
Y reaparece la lesión en el labio.
No es una lesión grande (no lo suele ser) ni grave, pero es latosa. Cuando ya te ha salido algunas veces, aprendes a reconocer los primeros síntomas antes de que salga la lesión, que es como una o varias pompitas (vesículas): la zona del labio se pone caliente, primero por dentro, luego por fuera, mínimamente hinchada, y sensible o directamente dolorida. Luego aparece la o las pompitas, y se hincha más. Luego se rompen las vesículas, y se forma una costra que se cae cuando cicatriza; sin dejar cicatriz, si no las tocamos mucho.
La lata es que las pompitas duelen, y echan una secreción cuando se rompen, y la costra se rompe una y otra vez al reirnos, al comer, al lavarnos los dientes, y sangra, hasta que desaparece del todo.
Y que afean, por qué no decirlo. No nos gusta que todo el mundo se dé cuenta de que te ha salido un herpes y te lo recuerden a cada paso.
¿Qué podemos hacer contra el herpes? Pues si ya lo tenemos, poco, porque se nos ha metido de okupa en un ganglio del cuello y ahí se va a quedar. Si no lo tenemos, ponerle una velita a algún santo milagrero, si acaso.
Pero podemos intentar minimizar el efecto.
Tradicionalmente, se han tratado con cremas de aciclovir, que es un agente antiviral, por tanto, una crema de tratamiento; en la actualidad, no financiada por la Seguridad Social ni por la Junta de Andalucía, de venta libre, y se presenta en crema y en gel. Y es realmente el tratamiento del virus, pero al ser una fórmula de base agua, la herida se macera y tarda más en curar, con lo que acortamos la vida del virus, pero alargamos la vida de la lesión. Lo siento, señor del laboratorio fabricante del aciclovir tópico, no me gusta su crema. Hace más de 20 años, siendo aún estudiante, escribí al que por entonces era el único laboratorio que fabricaba aciclovir en crema, para pedirles: a), que lo hicieran "color carne", y b) que lo formularan en pomada. Caso omiso. ¡Pues no me gusta la crema!
Hace algunos años, salieron al mercado los parches. Con ellos, la lesión es menos aparente, y evitamos contagiar al usar vasos y cubiertos y al besar a otros. Pero los parches a veces no son flexibles y alteran el rictus de la boca al hablar, o se despegan por el borde cuando se humedecen, cosa que ocurre cuando bebemos y comemos, y por la exudación propia de la lesión. Y entonces se ven más aún que sin parche.
Pero fue el año pasado por esta época, cuando descubrí Herpatch. y nombro la marca porque creo que el producto lo merece. Hago mi declaración de ausencia de conflicto de intereses, ya que no recibo en absoluto ningún beneficio personal económico o de otra especie por esta entrada en mi blog.
Herpatch es un apósito líquido, que viene en un envase de la forma y tamaño de un gloss labial, con aplicador incorporado. Es de color blanco, realmente parece cola escolar, pero se vuelve completamente transparente en contacto con la piel. De esta forma, aplicas una pequeña cantidad, lo mínimo suficiente para cubrir la lesión, se pone transparente en segundos, y se mantiene flexible para seguir los movimientos de tus labios. Al no tener bordes, no se levanta, de hecho cuesta un poco quitarlo por completo, con una manopla y agua templada. Mantiene la lesión más seca que los parches, con lo que cura antes. Y reduce el dolor.
¿Podemos prevenir el herpes?
Bueno, a medias. Es difícil prevenir el contagio. Podemos intentar prevenir las repeticiones de la lesión cuidando y fortaleciendo la mucosa del labio, evitando agresiones de frío, de sequedad, morderlos contínuamente, del tabaco (no sólo por sus agentes tóxicos, sino por la temperatura de la boquilla al fumar). No podemos hacer nada contra el ciclo hormonal, salvo esperar a que llegue la menopausia. Sí podemos controlar la ansiedad mediante técnicas de relajación, control mental, yoga, zen, meditación, Pilates...
¿Qué no debemos hacer cuando nos sale el herpes?
Intentar secarlo con alcohol. Claro que se secará antes, y también el resto del labio. Saldrán grietas. Y cuando cure, el sitio de la lesión quedará manchado oscuro durante varias semanas.
Curar la costra con solución yodada. Porque el yodo también tiñe el labio de oscuro. Más aún si está expuesto al sol.
Arrancar la costra constantemente. Tardará doble en curar, con el riesgo de que se infecte la herida, y dejará cicatriz. En la mucosa del labio, la cicatriz se ve un montón, como una muesca en la línea del bermellón (del color del labio).
Y...¡paciencia con ellos! Que no hay mal que cien años dure, ni labio que lo resista.
Herpes, fiebres, pupas... los mil nombres que tienen.
¿Qué son los herpes labiales finalmente?
Es una lesión causada por el virus herpes simplex tipo I. Ya habreis imaginado la existencia del virus herpes simplex tipo II. A título práctico, la diferencia fundamental es que el tipo I causa sobre todo lesiones labiales, y el tipo II lesiones genitales. Aunque puede ocurrir al revés, que aparezcan lesiones de virus tipo I en genitales y de tipo II en labios. Es lo que tiene el sexo oral, que a veces las cosas cambian de sitio.
Hay otro tipo de virus herpes, el zoster, pero quizás ese se merezca una entrada para él solo, lo dejamos para más adelante, ¿vale?
Vamos al lío.
El virus herpes simplex, como virus que es, es bastante contagioso. Quiere decir, que es bastante fácil que nos infecte. Nos causa la primera lesión en el labio, y luego, el muy traidor, en lugar de morirse, o dejar inmunidad, pues va y se acantona en un ganglio, habitualmente del cuello por la parte de delante. De forma que, quedándose de forma latente en nuestro organismo, rebrota a la mínima oportunidad que aparece: excesivo frío, excesivo calor, la ovulación, la regla, estrés, otra enfermedad infecciosa, tomar antibióticos o corticoides por otro motivo...
Y reaparece la lesión en el labio.
No es una lesión grande (no lo suele ser) ni grave, pero es latosa. Cuando ya te ha salido algunas veces, aprendes a reconocer los primeros síntomas antes de que salga la lesión, que es como una o varias pompitas (vesículas): la zona del labio se pone caliente, primero por dentro, luego por fuera, mínimamente hinchada, y sensible o directamente dolorida. Luego aparece la o las pompitas, y se hincha más. Luego se rompen las vesículas, y se forma una costra que se cae cuando cicatriza; sin dejar cicatriz, si no las tocamos mucho.
La lata es que las pompitas duelen, y echan una secreción cuando se rompen, y la costra se rompe una y otra vez al reirnos, al comer, al lavarnos los dientes, y sangra, hasta que desaparece del todo.
Y que afean, por qué no decirlo. No nos gusta que todo el mundo se dé cuenta de que te ha salido un herpes y te lo recuerden a cada paso.
¿Qué podemos hacer contra el herpes? Pues si ya lo tenemos, poco, porque se nos ha metido de okupa en un ganglio del cuello y ahí se va a quedar. Si no lo tenemos, ponerle una velita a algún santo milagrero, si acaso.
Pero podemos intentar minimizar el efecto.
Tradicionalmente, se han tratado con cremas de aciclovir, que es un agente antiviral, por tanto, una crema de tratamiento; en la actualidad, no financiada por la Seguridad Social ni por la Junta de Andalucía, de venta libre, y se presenta en crema y en gel. Y es realmente el tratamiento del virus, pero al ser una fórmula de base agua, la herida se macera y tarda más en curar, con lo que acortamos la vida del virus, pero alargamos la vida de la lesión. Lo siento, señor del laboratorio fabricante del aciclovir tópico, no me gusta su crema. Hace más de 20 años, siendo aún estudiante, escribí al que por entonces era el único laboratorio que fabricaba aciclovir en crema, para pedirles: a), que lo hicieran "color carne", y b) que lo formularan en pomada. Caso omiso. ¡Pues no me gusta la crema!
Hace algunos años, salieron al mercado los parches. Con ellos, la lesión es menos aparente, y evitamos contagiar al usar vasos y cubiertos y al besar a otros. Pero los parches a veces no son flexibles y alteran el rictus de la boca al hablar, o se despegan por el borde cuando se humedecen, cosa que ocurre cuando bebemos y comemos, y por la exudación propia de la lesión. Y entonces se ven más aún que sin parche.
Pero fue el año pasado por esta época, cuando descubrí Herpatch. y nombro la marca porque creo que el producto lo merece. Hago mi declaración de ausencia de conflicto de intereses, ya que no recibo en absoluto ningún beneficio personal económico o de otra especie por esta entrada en mi blog.
Herpatch es un apósito líquido, que viene en un envase de la forma y tamaño de un gloss labial, con aplicador incorporado. Es de color blanco, realmente parece cola escolar, pero se vuelve completamente transparente en contacto con la piel. De esta forma, aplicas una pequeña cantidad, lo mínimo suficiente para cubrir la lesión, se pone transparente en segundos, y se mantiene flexible para seguir los movimientos de tus labios. Al no tener bordes, no se levanta, de hecho cuesta un poco quitarlo por completo, con una manopla y agua templada. Mantiene la lesión más seca que los parches, con lo que cura antes. Y reduce el dolor.
¿Podemos prevenir el herpes?
Bueno, a medias. Es difícil prevenir el contagio. Podemos intentar prevenir las repeticiones de la lesión cuidando y fortaleciendo la mucosa del labio, evitando agresiones de frío, de sequedad, morderlos contínuamente, del tabaco (no sólo por sus agentes tóxicos, sino por la temperatura de la boquilla al fumar). No podemos hacer nada contra el ciclo hormonal, salvo esperar a que llegue la menopausia. Sí podemos controlar la ansiedad mediante técnicas de relajación, control mental, yoga, zen, meditación, Pilates...
¿Qué no debemos hacer cuando nos sale el herpes?
Intentar secarlo con alcohol. Claro que se secará antes, y también el resto del labio. Saldrán grietas. Y cuando cure, el sitio de la lesión quedará manchado oscuro durante varias semanas.
Curar la costra con solución yodada. Porque el yodo también tiñe el labio de oscuro. Más aún si está expuesto al sol.
Arrancar la costra constantemente. Tardará doble en curar, con el riesgo de que se infecte la herida, y dejará cicatriz. En la mucosa del labio, la cicatriz se ve un montón, como una muesca en la línea del bermellón (del color del labio).
Y...¡paciencia con ellos! Que no hay mal que cien años dure, ni labio que lo resista.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Mitos sobre la Hipertensión arterial (y 4)
Finalizamos la saga con los mitos sobre los estilos de vida:
MITO 14: no puedo tomar café porque soy hipertenso.
Todo en su justa medida. El café no causa la hipertensión, pero ciertamente el café la eleva temporalmente.
Realidad: se puede tomar algún café, sin abusar.
MITO 15: no puedo tomar picante porque soy hipertenso.
No hay estudios que demuestren que el picante sube la tensión, más bien al revés, ya que en cantidades moderadas tiene un efecto relajante sobre los vasos sanguíneos que sea incluso favorecedor.
Realidad: en la ensalada, mejor pimienta que sal.
MITO 16: no puedo beber mucha agua porque soy hipertenso.
El consumo de agua no sube la tensió arterial, y es necesaria para mantener el cuerpo hidratado para la realización de las funciones metabólicas. Las necesidades mínimas de agua son de un litro y medio diario.
Realidad: el agua que sobra no se acumula, el cuerpo la elimina por filtración renal.
Espero que estos comentarios hayan ayudado a aclarar algunas falsas creencias sobre la hipertensión, y se comience a difundir algo de conocimiento cierto.
En breve, a desmontar mitos sobre otras enfermedades...
MITO 14: no puedo tomar café porque soy hipertenso.
Todo en su justa medida. El café no causa la hipertensión, pero ciertamente el café la eleva temporalmente.
Realidad: se puede tomar algún café, sin abusar.
MITO 15: no puedo tomar picante porque soy hipertenso.
No hay estudios que demuestren que el picante sube la tensión, más bien al revés, ya que en cantidades moderadas tiene un efecto relajante sobre los vasos sanguíneos que sea incluso favorecedor.
Realidad: en la ensalada, mejor pimienta que sal.
MITO 16: no puedo beber mucha agua porque soy hipertenso.
El consumo de agua no sube la tensió arterial, y es necesaria para mantener el cuerpo hidratado para la realización de las funciones metabólicas. Las necesidades mínimas de agua son de un litro y medio diario.
Realidad: el agua que sobra no se acumula, el cuerpo la elimina por filtración renal.
Espero que estos comentarios hayan ayudado a aclarar algunas falsas creencias sobre la hipertensión, y se comience a difundir algo de conocimiento cierto.
En breve, a desmontar mitos sobre otras enfermedades...
sábado, 9 de noviembre de 2013
Mitos sobre la Hipertensión arterial (3)
Hablemos hoy sobre los tratamientos farmacológicos
MITO 11: para qué seguir el tratamiento, si ya tengo la tensión bien.
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica. con el tratamiento estás controlado, no curado.
Realidad: si dejas el tratamiento, la tensión volverá a subir. No debes decidir por tu cuenta dejar el tratamiento.
MITO 12: se me han acabado las pastillas hace unos días, pero como tenía cita hoy, no las he comprado.
La hipertensión, de nuevo, es una enfermedad crónica. Su tratamiento también es un tratamiento crónico que no debe ser interrumpido. Es tu responsabilidad que no te falten las pastillas, y anticipar la visita a la posible demora de citas para tu médico o a lo apretado de tu agenda.
Realidad: interrupciones en el tratamiento pueden dar lugar a descontroles en la cifra de tensión incluso si son de breve duración.
MITO 13: puedo comer lo que quiera, con las pastillas ya se me controlará la tensión.
La alimentación es tan parte de tratamiento como el farmacológico. Hablemos de hipertensión, de diabetes o de hipercolesterolemia, cumplir la dieta es fundamental. No hay pastilla que pueda con una dieta incorrecta.
Realidad: Una dieta equilibrada y pobre en sal es adecuada para todo el mundo, hipertenso o no.
MITO 11: para qué seguir el tratamiento, si ya tengo la tensión bien.
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica. con el tratamiento estás controlado, no curado.
Realidad: si dejas el tratamiento, la tensión volverá a subir. No debes decidir por tu cuenta dejar el tratamiento.
MITO 12: se me han acabado las pastillas hace unos días, pero como tenía cita hoy, no las he comprado.
La hipertensión, de nuevo, es una enfermedad crónica. Su tratamiento también es un tratamiento crónico que no debe ser interrumpido. Es tu responsabilidad que no te falten las pastillas, y anticipar la visita a la posible demora de citas para tu médico o a lo apretado de tu agenda.
Realidad: interrupciones en el tratamiento pueden dar lugar a descontroles en la cifra de tensión incluso si son de breve duración.
MITO 13: puedo comer lo que quiera, con las pastillas ya se me controlará la tensión.
La alimentación es tan parte de tratamiento como el farmacológico. Hablemos de hipertensión, de diabetes o de hipercolesterolemia, cumplir la dieta es fundamental. No hay pastilla que pueda con una dieta incorrecta.
Realidad: Una dieta equilibrada y pobre en sal es adecuada para todo el mundo, hipertenso o no.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
Mitos sobre la Hipertensión Arterial (2)
Continuamos con la saga de falsas creencias sobre la hipertensión arterial.
MITO 6: yo sólo tengo la tensión alta cuando voy a la consulta.
Es cierto que algunas personas tienen la tensión más alta cuando van al centro de salud. Es lo que se llama la Hipertensión de Bata Blanca. El nerviosismo, el esfuerzo, las emociones, muchas cosas influyen en la tensión arterial en un momento dado.
Por eso las tomas de presión arterial en casa aportan mucha información, porque pueden ser altas y a la vez ser más altas todavía en la consulta.
Realidad: el registro de las tensiones arteriales en el domicilio son una importante fuente de información para que tu médico tome las mejores decisiones sobre tu tratamiento.
MITO 7: cada vez que me tomo la tensión es diferente, mi tensión está loca.
Es completamente normal que la tensión varíe a lo largo del día, condicionada por nuestra actividad, la temperatura, las emociones, la alimentación... incluso la misma toma de la tensión arterial crea un cierto estado de alerta que la modifica. Esta alerta disminuye al repetir la toma, por lo que se suele aconsejar despreciar la primera toma si se hace de forma repetida.
Realidad: la tensión varía a lo largo del día. Para que las tomas seriadas sean comparables, se aconseja tomarla siempre en las condiciones más parecidas posibles, en cuando a la hora del día, la situación de ayuno, la postura corporal, etc.
MITO 8: no me hace falta tomarme la tensión, sé que está alta porque me duele la cabeza.
Muchas personas piensan que esto es así, y nunca se toman la tensión, salvo que les duela la cabeza. El dolor de cabeza es un síntoma muy inespecífico que puede deberse a muchas causas, y a la vez la hipertensión arterial no suele dar síntomas. Igual que "la fiebre es un número", la hipertensión es un número.
Realidad: para saber si la tensión está alta, hay que tomársela. El dolor de cabeza, y cualquier dolor, pueden subir la tensión arterial.
MITO 9: soy de tensión alta, y cuando me la bajo con el tratamiento me siento mal.
El cuerpo se acostumbra a unas cifras tensionales, que no por habituales son normales ni buenas. Al empezar el tratamiento, se puede encontrar unos días menos vital y algo cansado, pero se pasa.
Realidad: el cuerpo se acostumbra a todo. La hipertensión, aunque no dé síntomas, da lugar a serias complicaciones vasculares.
MITO 10: por suerte sangro por la nariz y no más arriba.
Hay quien piensa que el sangrado por la nariz libera la presión que sobra en el organismo, y que eso libra del riesgo de lesión cerebral. No es así, el sangrado nasal suele ser venoso, y el daño de la hipertensión, arterial. La relación podría si acaso ser inversa, el sangrado nasal causa una reacción de estrés que sube la tensión momentáneamente.
Realidad: no hay relación entre el sangrado nasal y el accidente cerebrovascular.
Continuará...
MITO 6: yo sólo tengo la tensión alta cuando voy a la consulta.
Es cierto que algunas personas tienen la tensión más alta cuando van al centro de salud. Es lo que se llama la Hipertensión de Bata Blanca. El nerviosismo, el esfuerzo, las emociones, muchas cosas influyen en la tensión arterial en un momento dado.
Por eso las tomas de presión arterial en casa aportan mucha información, porque pueden ser altas y a la vez ser más altas todavía en la consulta.
Realidad: el registro de las tensiones arteriales en el domicilio son una importante fuente de información para que tu médico tome las mejores decisiones sobre tu tratamiento.
MITO 7: cada vez que me tomo la tensión es diferente, mi tensión está loca.
Es completamente normal que la tensión varíe a lo largo del día, condicionada por nuestra actividad, la temperatura, las emociones, la alimentación... incluso la misma toma de la tensión arterial crea un cierto estado de alerta que la modifica. Esta alerta disminuye al repetir la toma, por lo que se suele aconsejar despreciar la primera toma si se hace de forma repetida.
Realidad: la tensión varía a lo largo del día. Para que las tomas seriadas sean comparables, se aconseja tomarla siempre en las condiciones más parecidas posibles, en cuando a la hora del día, la situación de ayuno, la postura corporal, etc.
MITO 8: no me hace falta tomarme la tensión, sé que está alta porque me duele la cabeza.
Muchas personas piensan que esto es así, y nunca se toman la tensión, salvo que les duela la cabeza. El dolor de cabeza es un síntoma muy inespecífico que puede deberse a muchas causas, y a la vez la hipertensión arterial no suele dar síntomas. Igual que "la fiebre es un número", la hipertensión es un número.
Realidad: para saber si la tensión está alta, hay que tomársela. El dolor de cabeza, y cualquier dolor, pueden subir la tensión arterial.
MITO 9: soy de tensión alta, y cuando me la bajo con el tratamiento me siento mal.
El cuerpo se acostumbra a unas cifras tensionales, que no por habituales son normales ni buenas. Al empezar el tratamiento, se puede encontrar unos días menos vital y algo cansado, pero se pasa.
Realidad: el cuerpo se acostumbra a todo. La hipertensión, aunque no dé síntomas, da lugar a serias complicaciones vasculares.
MITO 10: por suerte sangro por la nariz y no más arriba.
Hay quien piensa que el sangrado por la nariz libera la presión que sobra en el organismo, y que eso libra del riesgo de lesión cerebral. No es así, el sangrado nasal suele ser venoso, y el daño de la hipertensión, arterial. La relación podría si acaso ser inversa, el sangrado nasal causa una reacción de estrés que sube la tensión momentáneamente.
Realidad: no hay relación entre el sangrado nasal y el accidente cerebrovascular.
Continuará...
sábado, 2 de noviembre de 2013
Mitos sobre la Hipertensión arterial (1)
Vamos a empezar una miniserie para desmontar creencias populares. Algunas por perjudiciales, otras a título informativo.
Porque estar mal o poco informado sobre las enfermedades que padecemos, hará que las tratemos mal o poco, por minusvalorar o sobrevalorar su importancia.
Hoy comenzamos con la Hipertensión Arterial. Enfermedad muy prevalente en la población, quiere decir que la padecen muchas personas.
Como otras veces os he contado sobre el colesterol, no se trata en perseguir una cifra objetivo porque sí, sino por las repercusiones que la elevación tienen sobre el organismo.
La hipertensión arterial provoca a largo plazo una rigidez,una pérdida de flexibilidad en las arterias que reduce el flujo de sangre que se aporta al órgano al que va esa arteria. De forma que, la hipertensión termina dañando los órganos cuyo riego se ve comprometido por las consecuencias de la hipertensión.
Órganos fundamentales que se dañan por la hipertensión son el cerebro, el corazón y los riñones. Otro no fundamental que típicamente se daña por la hipertensión son los ojos, las retinas concretamente. También la misma gran arteria del organismo, la aorta, sufre alteraciones que en sí mismas pueden llevar a la muerte, como el aneurisma o la disección.
MITO 1: yo no soy hipertenso, mi tensión es nerviosa
El estrés subirá la tensión momentáneamente, pero vuelve rápido a la normalidad. Por la rigidez, la respuesta de las arterias al estrés es más sostenida y por tanto mantienen la presión más elevada durante más tiempo.
Realidad: la hipertensión arterial hace que la presión arterial sea más sensible al estrés.
MITO 2: tengo la tensión descompensada
No es preocupante que las cifras sistólica (máxima) y diastólica (mínima) de presión arterial estén más o menos cercanas, sino que una o ambas estén fuera de la normalidad.
Realidad: no existe una "tensión descompensada". Es una expresión que deberíamos entre todos desterrar.
MITO 3: mi tensión es de familia
Hay realmente un componente hereditario, genético, en la hipertensión arterial, pero que sea así no lo convierte en normal. Es una enfermedad, aunque resulte muy comprensible.
Realidad: tu hipertensión arterial es tuya, no de tu familia. Es importante que la trates y prevengas las complicaciones.
MITO 4: sólo importa la mínima.
Tanto una como otra medida han de estar en niveles normales. Cierto es que hasta hace poco se consideraba la mínima la medida fundamental, pero se ha comprobado mediante estudios en los últimos años que tanto una como otra, estando elevadas, conllevan un riesgo cardiovascular.
Realidad: ambas cifras tensionales son importantes y han de estar controladas
MITO 5: es normal que las personas mayores tengan la tensión alta
No es normal, es habitual. La tensión por encima de 140/90 es alta a cualquier edad, y supone un riesgo vascular a cualquier edad. Lo cierto es que hay más personas mayores que jóvenes hipertensas.
Realidad: lo frecuente no se convierte en normal por frecuente. Hay que tratarse la hipertensión a cualquier edad.
Seguimos el próximo día...
Porque estar mal o poco informado sobre las enfermedades que padecemos, hará que las tratemos mal o poco, por minusvalorar o sobrevalorar su importancia.
Hoy comenzamos con la Hipertensión Arterial. Enfermedad muy prevalente en la población, quiere decir que la padecen muchas personas.
Como otras veces os he contado sobre el colesterol, no se trata en perseguir una cifra objetivo porque sí, sino por las repercusiones que la elevación tienen sobre el organismo.
La hipertensión arterial provoca a largo plazo una rigidez,una pérdida de flexibilidad en las arterias que reduce el flujo de sangre que se aporta al órgano al que va esa arteria. De forma que, la hipertensión termina dañando los órganos cuyo riego se ve comprometido por las consecuencias de la hipertensión.
Órganos fundamentales que se dañan por la hipertensión son el cerebro, el corazón y los riñones. Otro no fundamental que típicamente se daña por la hipertensión son los ojos, las retinas concretamente. También la misma gran arteria del organismo, la aorta, sufre alteraciones que en sí mismas pueden llevar a la muerte, como el aneurisma o la disección.
MITO 1: yo no soy hipertenso, mi tensión es nerviosa
El estrés subirá la tensión momentáneamente, pero vuelve rápido a la normalidad. Por la rigidez, la respuesta de las arterias al estrés es más sostenida y por tanto mantienen la presión más elevada durante más tiempo.
Realidad: la hipertensión arterial hace que la presión arterial sea más sensible al estrés.
MITO 2: tengo la tensión descompensada
No es preocupante que las cifras sistólica (máxima) y diastólica (mínima) de presión arterial estén más o menos cercanas, sino que una o ambas estén fuera de la normalidad.
Realidad: no existe una "tensión descompensada". Es una expresión que deberíamos entre todos desterrar.
MITO 3: mi tensión es de familia
Hay realmente un componente hereditario, genético, en la hipertensión arterial, pero que sea así no lo convierte en normal. Es una enfermedad, aunque resulte muy comprensible.
Realidad: tu hipertensión arterial es tuya, no de tu familia. Es importante que la trates y prevengas las complicaciones.
MITO 4: sólo importa la mínima.
Tanto una como otra medida han de estar en niveles normales. Cierto es que hasta hace poco se consideraba la mínima la medida fundamental, pero se ha comprobado mediante estudios en los últimos años que tanto una como otra, estando elevadas, conllevan un riesgo cardiovascular.
Realidad: ambas cifras tensionales son importantes y han de estar controladas
MITO 5: es normal que las personas mayores tengan la tensión alta
No es normal, es habitual. La tensión por encima de 140/90 es alta a cualquier edad, y supone un riesgo vascular a cualquier edad. Lo cierto es que hay más personas mayores que jóvenes hipertensas.
Realidad: lo frecuente no se convierte en normal por frecuente. Hay que tratarse la hipertensión a cualquier edad.
Seguimos el próximo día...
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