Parece ser que eso es lo que esperan de mí muchos de los pacientes que acuden a la consulta con dolor de cuello.
Y eso que no me lo dicen. Supongo que, como hace ya algunos años que nos conocemos, saben que decirme lo que tengo que hacer no es una buena decisión.
Pero… a veces salgo a la calle. A hacer un aviso, por una urgencia, o simplemente entrando o saliendo del trabajo. Y los veo por la calle. Y los veo con un collarín blando cervical que no he prescrito yo.
Ay…
Vayamos por partes. El collarín blando no es la panacea. No siempre está indicado, cuando lo es, es como parte de un tratamiento, por eso unas veces lo aconsejamos y otras no. Y cuando lo aconsejamos, como si fuera un fármaco, ha de usarse en unas determinadas condiciones y durante un tiempo limitado.
El collarín blando no tiene otra utilidad que ayudar a reducir el dolor. No tiene capacidad de inmovilizar realmente: es blando, es gomaespuma. El collarín rígido es otra cosa, tiene otros usos, y como es más incómodo, no os veo haciendo abuso de él.
Pero tiene inconvenientes a largo plazo, y es que la musculatura del cuello se atrofia, pierde grosor, fuerza y resistencia cuando el collarín se tiene puesto durante demasiados días.
En el extremo contrario, cuando te pones el collarín se supone que tu cuello necesita reposo, así que si pretendes mantener tu actividad normal con el collarín puesto puedes caer en dos errores:
1.- ponértelo tan amplio, para que te permita hacer las cosas, que el collarín sólo te da calor. Ah, y también consigues que todos tus vecinos te pregunten qué te ha pasado mientras haces la compra.
2.- lo tienes bien puesto, por lo que para hacer tus cosas has de luchar continuamente contra el collarín, que no te permite flexionar el cuello o girar la cabeza como querrías. Con lo que es fácil que el dolor vaya a más.
Por no hablar de los peligros de andar por ahí con el collarín bien puesto: no ves donde pisas, con lo que fácilmente tropezarás o resbalarás, y entonces tendrás dolor de cuello y algún otro golpe, si es que tienes la suerte de no romperte la nariz o los dientes.
Seamos sensatos: si necesitas un collarín cervical, es para reposar la musculatura del área cervical. Haz el favor de cumplir el reposo si quieres ver algún beneficio. Si te encuentras en condiciones de hacer tus actividades normales, no necesitas el collarín. Quítatelo antes de que tengas un accidente.
Y confía en tu médico, si no te ha mandado poner un collarín es porque no lo necesitas. Agradece amablemente pero rechaza el collarín que tu madre, tu amigo o tu vecino te ofrece. Algo más que ellos sabrá tu médico de si tú, hoy, necesitas ponértelo.
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