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miércoles, 14 de mayo de 2014
Acreditación de competencias profesionales
Hace unos días tuvo lugar en Sevilla la entrega de diplomas de la Acreditación de Competencias Profesionales, de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía.
Y allí estaba yo, porque hace un par de años conseguí dicha acreditación. Y tuve la posibilidad de acudir a este acto, y me gustó, claro, porque a todos nos gusta en reconocimiento. Y además encontré a algunos antiguos y actuales compañeros de trabajo, y de la carrera, lo que fue emotivo y alegre.
Pero también este acto ha dado lugar a varias reflexiones por mi parte.
Estoy contenta de haber obtenido dicha acreditación, claro. En absoluto arrepentida del tiempo que le dediqué. Pero, ¿por qué me acredité?
Pues no nos engañemos. Me acredité porque era uno de los objetivos de mi unidad ese año. Sin ningún interés personal en ello, ya que no tengo acceso a la carrera profesional, al no ser propietaria de plaza por oposición, y a pesar de llevar más de cinco años como interina en la misma plaza sin que se hayan convocado oposiciones. Por lo que la acreditación de competencias no me renta nada económicamente.
Lo hice, motivada por el objetivo, porque sabía que podía hacerlo. A lo mejor suena soberbio por mi parte, pero como me parecía que hago bien mi trabajo, pensé que no me costaría demostrarlo. Y fue cierto, no me costó alcanzar holgadamente a recopilar las pruebas necesarias para el objetivo del primer escalón en la acreditación en pocas semanas. Y tampoco quise llegar a más: primero, porque no tenía motivación personal, y segundo porque al reacreditarme a los cinco años debía mantener o mejorar el nivel, y aspirar al siguiente nivel me obligaba a mí misma a más exigencia al cabo de los cinco años. Pasito a pasito…
Lo cierto es que conforme avanzaba en el proceso, me iba entusiasmando, porque comprobaba que efectivamente mi trabajo era lo bueno que yo creía, y porque empezaba a encontrar sentido a todo: a lo que hago a diario en la consulta y a la construcción del sistema de acreditación de competencias.
Y llega el otro día, y en la ceremonia en la que se nos entregan los diplomas, y nos hacemos fotos de familia con la Consejera, el director de ACSA entre otros, se nos reconoce el esfuerzo y sacrificio que nos ha supuesto alcanzar la acreditación, y avanzar hacia la excelencia, ser modelos y referentes para nuestros compañeros y abanderar la calidad de nuestro sistema sanitario.
Entonces yo pienso que soy afortunada, en comparación con algunos de los que están allí. Acreditados, en nivel avanzado, algunos experto, algún que otro excelente. Se les agradece y reconoce, pero seguro que preferirían que esta acreditación en el nivel de competencias profesionales les puntuara en bolsa, se baremara en oposiciones, y les sacara de la incertidumbre y precariedad del contrato eventual al 75% que contrasta tanto con tanto reconocimiento, tanto agradecimiento y los besos que la Sra. Sánchez Rubio les plantó en ambas mejillas.
Profesionales competentes, dicho por el mismo Servicio Andaluz de Salud, minusvalorados y desaprovechados. Y lo siguen siendo por ética y por pundonor.
Ya otro día os cuento de la convivencia de pijamas verdes, celestes, batas blancas, zuecos y fonendos con ropa de calle. Menuda fiesta de microbios, oiga. Pero lo dicho, lo dejamos para otro día.
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