Éste es un tema que al parecer ha hecho siempre mucha gracia. Como todo lo que tiene que ver con el sexo, hace gracia, a la vez que una tosecilla nerviosa se pega a algunas gargantas.
Pero existe la adicción al sexo. Alguien dirá "cómo no ser adicto a algo tan bueno como el sexo, si me dejaran yo también sería adicto". Es una expresión que yo personalmente he oído más de una vez, y seguramente algunos de vosotros también. Una queja velada sobre la baja frecuencia de las relaciones sexuales de algunos, a la vez que un comentario desdeñoso sobre lo que para algunos es un problema, más, una enfermedad.
Como con todas las adicciones, el problema no es el sexo, el problema es la adicción. El problema es que el sexo se convierta en el centro de la vida de una persona, que todo gire en torno al acto sexual, solo o acompañado, más o menos satisfactorio.
Y que por ser el sexo el eje de la vida de la persona, se dejen atrás otras actividades igualmente o más gratificantes, y también necesarias para el desarrollo de la persona. Los estudios, el trabajo, las actividades deportivas, el ocio en general: ir al cine, tomar unas tapas con amigos, pasar un día en el campo.
Otra cosa que ocurre con esta adicción es lo que puede llegar a suponer en cuanto a promiscuidad, o añadiendo infidelidad si se tiene una relación de pareja: poco frecuentemente su pareja, si la tiene, va a tener la disponibilidad para relaciones sexuales que reclama el adicto, que las buscará añadidas fuera de su relación. Con diferentes personas, o comprando sexo, con el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, y de embarazo no deseado en el caso de las mujeres, añadido.
Y con la crisis económica que estamos sufriendo, no a todas las economías les da para pagar sexo continuamente, ¿qué pasa cuando esa persona deriva sus gastos hacia la compra de sexo en lugar de atender sus responsabilidades económicas? Léase la hipoteca, la factura de la luz, del teléfono, comida, ropa, el seguro del coche... bueno, la luz y el teléfono es fácil que lo siga pagando, para poder acceder a sexo por internet en el ordenador o en el móvil.
Ya una reflexión personal: nunca he tenido la oportunidad de preguntar a un adicto a sexo si las relaciones sexuales le son satisfactorias. Me quedo con la duda; por un lado supongo que sí, porque es lo que más busca, la prioridad, por encima de todo lo demás. Por otro lado pienso que no, que nunca le parecerá que ha sido suficiente o que se siente satisfecho.
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