Algunos de mis lectores se van a extrañar por el tema de la entrada de hoy en un blog que está orientado a los pacientes.
Pero hay algunos motivos para escribir sobre este tema:
Primero, porque así los pacientes quizás comprendan mejor algunas cosas que pasan en las consultas y los tienen desconcertados.
Segundo, porque soy consciente de que me leen algunos compañeros, tanto de Atención Primaria, como de Especialidades Hospitalarias, y muchos enfermeros, entre otros, y esto es un asunto que nos afecta a todos.
Y tercero, porque quiero hacerlo. Porque es mi blog, mi púlpito, y puedo elegir los temas que trato. Y quiero compartir esto. Y además estoy dispuesta a aceptar y reflexionar sobre comentarios que puedan hacer, si lo hacen, "los del otro lado", los especialistas hospitalarios. A ver si es posible que solucionemos algunas cosas.
Ya me estoy imaginando el primer comentario, precisamente sobre llamarlos "los del otro lado": que no, que somos todos compañeros, que estamos todos en el mismo barco, etc.
Pero es que esta entrada va de que eso no es verdad. O al menos yo no lo vivo así.
No lo vivo así cuando los médicos del servicio de urgencias no leen el informe con el que les remito a un paciente. No-lectura que se deduce de sus informes. Cuando minusvaloren mis motivos para considerar que precisan valoración urgente. Finalmente observo que lo minusvaloraron cuando, pocos días o pocas horas después, la atención urgente es por complicaciones que se podrían haber evitado. Y es mi paciente el que sale perdiendo.
Y me parece que el fondo de esto es que no saben o no recuerdan lo que es la medicina sin una corte de enfermeros, auxiliares, celadores alrededor; sin un equipo de especialistas de guardia para tomar el relevo; sin pruebas complementarias, sin observación, sin UCI.
O a lo mejor es que yo no recuerdo cómo es hacerlo con todos esos medios.
No lo vivo así cuando los especialistas del hospital me toman por un administrativo con prebendas: y no hacen las recetas de los tratamientos que indican, no citan a revisión para que lo haga yo, y no tramitan las solicitudes de las pruebas complementarias que quieren para esa revisión.
No lo vivo así cuando prescriben y recetan por marca, o fuera de las recomendaciones de las guías de práctica clínica vigentes, lo que me perjudica en la valoración de MI calidad de prescripción, porque las prescripciones a pacientes de mi cupo se me contabilizan a mí, su médico de Atención Primaria, sea quien sea el médico que las hace.
No lo vivo así cuando el paciente llega de vuelta a mi consulta sin más informe que una cuartilla manuscrita con una pegatina de identificación,y un tratamiento garabateado. Sin una exploración, un juicio clínico, un tratamiento que no dé lugar a confusiones, sus correspondientes recetas electrónicas y un plan de seguimiento especificado y tramitado. Y entonces todo lo que tengo es un tratamiento del que tengo que deducir un diagnóstico, y la palabra del paciente que dice que le dijo que le tenía que ver en seis meses sin falta, pero que le mandara yo de nuevo, "que así es más rápido".
No lo vivo así cuando un especialista me manda a que derive al paciente a otro especialista, cuando a mí se me contabilizan el número de derivaciones, y es él o ella quien considera que necesita que le vea otro médico, y puede perfectamente hacer una interconsulta. De nuevo soy una administrativa con número de colegiado.
No lo vivo así cuando en los resultados de un análisis veo que sobre algún parámetro no se ha analizado y aparece el comentario "no procede". Y no sé con qué criterios desde el laboratorio del hospital pueden valorar con tal nivel de certeza que el análisis que he pedido "no procede".
Y no lo vivo así cuando los pacientes que han ido a consulta con un médico del hospital, vuelven sin tener ni idea de lo que allí se ha hablado. No han entendido su diagnóstico, su pronóstico, su tratamiento, las pruebas que les van a hacer. Cuando en las consultas del hospital tienen cuatro veces más tiempo que yo por paciente, derivan a Atención Primaria la mitad del papeleo a pesar de tener auxiliar en la consulta, y son el médico que hace esas indicaciones a un paciente que dejan desconcertado e ignorante.
Tampoco lo vivo así cuando no se ofertan para Atención Primaria una serie de pruebas complementarias, como TAC, RMN, electromiograma, Eco-Doppler, ecografía de partes blandas. O no puedo derivar a Cirugía Plástica o Cirugía Máxilo-Facial, sino a través de Cirugía General, con los consiguientes retrasos.
Normal que si el Sistema no permite a médicos de familia con años de experiencia usar esas pruebas o consultas, pero sí a un residente de 1º año de una especialidad hospitalaria, haya especialistas en el hospital que también nos consideren a los médicos de Atención Primaria especialistas de segunda. Los mismos que gestionamos la mayor proporción de la asistencia sanitaria con un ínfimo porcentaje del presupuesto.
No, no señores: no estamos todos en el mismo barco, ni somos todos iguales.
¡Tienes mucha razón¡
ResponderEliminarDesde "el otro lado" hay un desconocimiento (casi) absoluto de lo que es el nivel primario.
EliminarVitamínicos saludos.
Pienso que no sería tontería convertirnos en swingers profesionales. Intercambiar el puesto con un compañero, unas pocas semanas, ponernos en los zapatos del otro. Conocimiento y comprensión facilitaría el entendimiento.
EliminarEs así, de ahí la importancia de que los pacientes conozcamos la realidad y exijamos donde debamos... todo funcionaria mucho mejor si se hicieran las cosas en condiciones! Gracias Pilar...
ResponderEliminarDe nada, Sonia. Efectivamente, todo funcionaría mejor si las cosas se hicieran en condiciones. Tú sufres conmigo habitualmente las consecuencias de esto que digo. Los que se tienen que enterar son los que cobran para poner soluciones, en vez de mirar para otro lado.
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