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sábado, 17 de agosto de 2013

Luchar contra la genética

Vayamos por partes, porque realmente no podemos cambiar nuestros genes.

Nuestros genes son las piezas de información que se agrupan en cromosomas, y los cromosomas en parejas, que son un componente del núcleo de todas las células de nuestro cuerpo, en las que se deposita la información que hace que seamos quien somos, tanto externamente, nuestra apariencia física, como internamente, cómo funciona nuestro organismo.
Igual que definen por ejemplo, el color de nuestros ojos o nuestro pelo, o la forma de las uñas, también definen la formación de las hormonas, o las labores de auto-reparación del organismo. Y la tendencia o probabilidad de sufrir determinadas enfermedades.
Y en este aspecto, algunas enfermedades tienen una definición genética, por completo, es decir, se padecen o no dependiendo de la existencia o no de un determinado gen en uno o los dos cromosomas de una pareja determinada. Por ejemplo: la talasemia. Es una enfermedad genética de la sangre, que da anemia, y si el gen que la causa está en uno de los cromosomas aparece de forma leve, y si está en los dos se presenta de forma grave. Y si no está en ninguno, ni se padece ni se transmite a la descendencia.
La Genética es mucho más compleja, lo cierto es que hay pocas personas en el mundo que la entiendan bien de verdad, pero esta explicación es suficiente para entender lo que sigue para los que oyen hablar de los genes por primera vez.

Seguimos
Hay otros genes que no transmiten enfermedades sí o sí, sino que dan, digamos, una predisposición o un riesgo de que esa enfermedad acontezca. Así que su herencia es mucho más compleja que salir con ojos azules o castaños, y además normalmente hacen falta varios genes distintos para que entre todos influyan en la probabilidad de padecer una enfermedad concreta.
De esta clase de genes son los que condicionan la probabilidad de sufrir un ictus, congestión, accidente cerebro-vascular, como quieras que conozcas esta enfermedad. Es lo que ocurre cuando un trozo de cerebro se queda sin circulación, entonces las neuronas, que son las células del cerebro, dejan de funcionar y/o mueren, y dan fallos en el organismo, según en la parte del cerebro en que se interrumpa la circulación.
Tener un ictus se influye grandemente por factores variados: edad (aumenta con la edad), sexo (más riesgo los hombres), tabaquismo, alcoholismo, hipertensión arterial, cifras de colesterol LDL (malo), estrés, que se haya sufrido otro previamente, tener diabetes. Y que haya casos en la familia.
La genética, lo que se hereda de los padres y ellos de los suyos, condiciona una mayor o menor probabilidad de sufrir un ictus. No podemos cambiar nuestros genes, nacemos con ellos. No podemos cambiar nuestra edad o nuestro sexo (que también está definido en los genes).
Pero ha salido esta semana un estudio, y esto sí es lo que os quería contar hoy, que dice que la dieta mediterránea puede contrarrestar la influencia de la genética a la hora de padecer un ictus.

OOOHHHHHHHH!!!!!!

Pues sí. No podemos cambiar nuestro sexo, nuestra edad o nuestros genes. Pero sí podemos cambiar nuestra alimentación y nuestros hábitos de ejercicio. Ello contrarresta la influencia de los genes, reducirá las cifras de colesterol LDL, de hipertensión, de glucemia (azúcar en sangre) en los diabéticos.
Esto es lo que realmente quiere tu médico cuando te insiste en que hay que bajar ese colesterol, y tener la tensión arterial a raya. La cifra no nos importa, sólo es un número. Lo que importa es que esa cifra controlada es la que sujeta el riesgo cardiovascular, el riesgo de sufrir un ictus, un infarto de miocardio.
Y como ya hemos dicho más de una vez, esto no consiste en tomarse las pastillas y punto. Ni siquiera si uno las toma bien, en sus dosis correctas. No hay pastilla en el mundo que baje la tensión al que toma regaliz, ni estatina que contrarrestre una tostada de manteca colorá de Chipiona. Fumar un paquete de cigarrillos todos los días y tomarse "un Adiro (R) para la circulación" es una incoherencia.

Haz que tus alimentos sean tu medicina. No que las medicinas sean tu alimento.

2 comentarios:

  1. Buen post!! ;) El toque de humor al final me ha hecho reír!
    Gracias por aportar energía y buen saber a que los hábitos saludables prosperen en nuestras vidas!!

    Un beso y un gran abrazo Pilar!!

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