Internet está lleno de información sobre salud. Demasiado lleno, en mi
opinión. ¿Demasiado? ¿Es posible que sea demasiada? Pues sí. Porque se pierde
una en un mar de noticias, que a veces son contradictorias. Y eso da lugar a
más dudas de las que uno trae, y a desconfianza.
Cuando es cuestión de opiniones, es más que aceptable, incluso deseable,
hallar desencuentros. Pueden ser enriquecedores, porque al haber diferentes
puntos de vista, podemos mejor formarnos nuestra propia opinión sobre el
asunto.
Pero cuando hablamos de información... los datos no son opinables, lo que
es, es, no se puede matizar, adaptar o tunear para que se adapte a nosotros.
Y en internet podéis encontrar información en salud útil, contrastada,
fiable, y otra no tanto. ¿Cómo distinguirlas? No siempre va a resultar fácil,
sobre todo porque si lo que quieres es aprender, es que no sabes lo bastante
como para criticar.
Y no todo el mundo está preparado o dispuesto a leer literatura científica.
Es muy larga a veces, llena de términos médicos y de datos estadísticos que
hacen la comprensión casi imposible.
Pienso... ¿qué haría yo si yo no pudiera recurrir a la literatura
científica?
Y de eso os quiero hablar hoy. Voy a utilizar un ejemplo, el más reciente.
Un artículo que me manda Paco, mi enfermero. Mi enfermero me refiero al
enfermero de familia del cupo del que yo soy médico, no soy su paciente: mi
compañero, mi amigo y la mitad más importante de mi equipo.
http://www.saludterapia.com/articulos/generales/a/1702-las-mentiras-del-colesterol.html#axzz2sKtXvF00
Para empezar, la web: una web sobre medicina natural y terapias
alternativas. No se les conoce por seguir el método científico, precisamente,
así que mal comienzo. No se identifica a la persona o personas que dirigen la
página, su formación, no hay datos de contacto.
Si te asomas a conocer el perfil del autor del artículo, encontramos
información sobre el número de visitas a sus artículos, cifra a la cual lamento
haber contribuido a aumentar. Encontramos un vínculo a un perfil profesional en
Jimdo, donde vemos que este señor es de Alemania, de edad incierta, de signo
solar Libra, y un currículum de formación plagado de faltas de ortografía que
me hacen dudar que haya podido aprender algo en Cambridge.
Me he parado un rato a pensar cómo debe ser ese analizador de sangre no
invasivo, y por qué el SAS no lo tiene, con lo bien que debe ir eso sobre todo
para los niños, con la penita que da pincharlos, y esos mayores con las venas
tan malas...
No satisfecha, lo googleo, y no hallo actividad alguna fuera de su propia
web.
Hummmm
Empiezo a leer el artículo, y en una segunda lectura comienzo a hacer
búsquedas.
1.- No hallo constancia de la celebración en 2010 de ninguna Feria
Internacional de la Dieta Mediterránea.
2.- Este señor tiene conclusiones propias sobre el colesterol, pero no
sabemos en qué las basa.
3.- La afirmación sobre el colesterol bueno y el colesterol malo no es una
opinión de él, ni un hallazgo propio. Es una realidad. Esas denominaciones no
son más que una simplificación para la población general de la acción de la
hidroximetilglutarilcoenzimaAreductasa, o sea, del metabolismo de las grasas en
el organismo, que a ningún lector no profesional interesa lo más mínimo, y
menos con semejantes nombres impronunciables. Quizás no sean las denominaciones
más acertadas, pero desde luego son mejores que "el corazón más grande que
la caja" y lo de "limpiar las lentillas de las cataratas con
láser".
4.- La inflamación de las arterias no puede ser una creencia. Si tiene una
hipótesis, debe demostrar que es correcta.
5.- Tampoco se sabe exactamente qué fases de qué procesos ni qué
deficiencias orgánicas se inician por esa supuesta acidificación del organismo.
Por suerte, el organismo ni se acidifica ni se alcaliniza salvo en gravísimas y
excepcionales ocasiones, gracias a un mecanismo regulador del pH que viene de
serie en todos nuestros cuerpitos, y que es francamente exacto.
Desde luego, comer pizza precocinada congelada, que no es que sea la dieta
ideal tampoco, en absoluto acidifica el organismo. Como mucho, que dé ardores.
6.- Una vez reafirmado en su "conciencia" sobre el colesterol, nos
remite a los muchísimos estudios sobre los omega3 de foca concretamente. No
valen los omega3 del aceite de lino, no los del pescado... ¿no huele un
poquillo a intereses comerciales? Me hace sospechar más aún...
7.- He interrumpido en este punto la lectura para rezar pidiendo que nada ni
nadie me impermeabilice las membranas de mis células. Son permeables porque hay
cosas en mi cuerpo que deben entrar y salir por ella. Eran permeables cuando
nací, mucho antes de saber que existían las focas, cuando mi fuente de omega3
era la leche materna, y desde entonces mis arterias nunca han sido más
flexibles. Con X.
8.- Aparece un referente médico: un prestigioso cirujano cardiovascular, del
que, una vez googleado, aprendo que perdió su licencia para ejercer la medicina
en 2008 después de casi una década de avisos, advertencias, apercibimientos,
denuncias y juicios por mala praxis. Se le reconocen más de 5000 intervenciones
cardiovasculares, la mayoría de las cuales podrían haberse evitado.
9.- Las dietas no son anti-colesterol. Las dietas, en todo caso, serán
pobres en grasas, y prefiriendo las insaturadas a las saturadas, y con omega3 y
omega6 equilibrados. Los huevos no son el enemigo. El enemigo es el exceso,
como en todo. Las personas que desayunan huevo ingieren menos alimentos a lo largo
de las siguientes horas (no del día entero) porque las proteínas son más
saciantes que los hidratos de carbono ya que su digestión es más laboriosa. Y
la clara de huevo es proteína, básicamente. Pero 2 yemas de huevo contienen
casi 800 mg de colesterol, y que hace 10 años fueran 900 mg no lo hace bueno.
Sólo menos malo. Comiendo las claras de los huevos nos enriquecemos con sus
excelentes y baratas proteínas sin atiborrarnos de colesterol. Contiene
triptófano, sí, pero también otros alimentos como la leche, por ejemplo; y
tirosina, también presente en muchos otros alimentos.
Son conocidas las propiedades antioxidantes de estos nutrientes. Pero: no se
toman sólo en los huevos, de hecho la tirosina la fabrica el propio organismo,
así que vamos a no obsesionarnos con ella, y el exceso de proteínas, como en
exceso de antioxidantes, también pueden resultar perjudiciales.
10.- La medicina convencional no recomienda dietas ricas en omega6.
Recomienda dietas equilibradas entre omega3 y omega 6.
11.- Azúcares refinados y harinas refinadas son hidratos de carbono. No
aportan proteínas, ni colesterol ni ninguna otra grasa. No sé cómo han caído en
este saco. Si se deben evitar, es por otros motivos.
12.- Aceites vegetales hay muchos, unos más ricos en omega3 y otros en
omega6. En general, más saludables que las grasas animales, más aún si no están
fritos y refritos.
13.- El problema de las patatas chips y las galletas no son tanto las grasas
saturadas, que también como las grasas trans; que como hemos referido en otras
entradas, son grasas manipuladas industrialmente, hidrogenadas o parcialmente
hidrogenadas de forma que aporten textura y consistencia, así como retraso en
la fecha de caducidad, en los alimentos a los que son incorporadas.
14.- Esa ideación paranoide sobre las autoridades sanitarias y el negocio de
la enfermedad se lo deben hacer mirar ambos, el Dr. Lundell y el Sr. Ruiz. La
información sobre los alimentos está ahí. Las elecciones personales sobre
alimentación no son responsabilidad de su caótico sistema de Seguridad Social,
sea cual sea; para ser un negocio, les está saliendo un poco deficitario.
Me ha quedado la entrada un poco larga, pero como veis, analizando un poco
se separa la paja del grano. Y recuerda siempre, que ante las dudas, tu médico
te puede ofrecer respuestas esclarecedoras. Y a lo mejor, con suerte, encima
escribe un blog.
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