Por favor, vamos a ver si nos aclaramos.
Viajo con cierta frecuencia, desde luego más de la que me gustaría, en ambulancia en servicio de urgencias.
Digo más de lo que me gustaría porque significa que llevamos a alguien que está bastante malito.
El recorrido hasta el hospital no es largo, 17 km, pero por una carretera de firme pésimo que atraviesa dos localidades pequeñas además de la de origen y la de llegada, pero sobre todo una de ellas es criminal, con parte de la vía de doble sentido aunque la anchura es de un solo carril, por lo tanto los sentidos de la marcha se alternan "al grito de mariquita el último", es decir, entra en que no ve en el espejo a nadie que venga en el sentido contrario.
Pero las ambulancias en servicio de urgencias, con luces y sirenas puestas, tienen prioridad de paso. Por mucho que te incomode en ese momento, si tú mismo o una persona querida fuera el paciente de la ambulancia, te gustaría que llegara al hospital lo antes posible.
Como creo que hasta aquí todos o casi todos estaremos de acuerdo, ahora vamos a intentar hacerlo bien:
Consiste en ceder el paso sin poner en peligro la vida de nadie más.
Si se te acerca por detrás una ambulancia con sirenas y luces, échate a un lado, sin arriesgar a arrollar a otro vehículo o peatón, lo antes posible. La ambulancia no te justifica para conducir por encima de la velocidad permitida aunque ella lo haga, ni a saltarte semáforos en rojo, ni a invadir aceras o pasos de cebra.
Échate a un lado aunque la ambulancia venga en el sentido contrario, porque puede necesitar invadir tu carril en un momento dado.
En cuanto detectes la ambulancia, aunque te parezca que está lejos, quita la música incluso y presta toda tu atención a tus y sus maniobras. Seguro que se acerca en menos tiempo de lo que calculas.
Si consigues parar en un lugar seguro, quédate quieto hasta que te cerciores de que ha pasado, y antes de arrancar, asegúrate de que no viene otra.
Echarse a un lado significa ECHARSE A LA DERECHA. Deja que la ambulancia pase por tu izquierda. El colmo del caos es una ambulancia queriendo cruzar una rotonda cargada de coches en los que unos se echan a la derecha y otros a la izquierda. Como por ejemplo ha pasado esta mañana queriendo entrar en Ronda.
Y una petición especial: cuando veas una ambulancia con las puertas de atrás abiertas, no te asomes a mirar, no preguntes quién es, no preguntes qué le pasa ni a dónde le llevan.
Deja a los profesionales trabajar, están haciendo algo más importante que contestar a tus preguntas, indiscretas por cierto. La persona enferma tiene derecho a la dignidad, y a la intimidad. Está enfermo, y no quiere que le miren en ese momento mas que los que tienen que cuidarle. Los profesionales tienen obligación de secreto para con sus pacientes, y no deben contestar a ninguna de tus cuestiones. Si es conocido tuyo, pregunta a su familia. Si no lo es, no seas cotilla, que no es asunto tuyo.
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sábado, 28 de septiembre de 2013
miércoles, 25 de septiembre de 2013
Otra de faltas de respeto... y de dignidad
Ésta llevo ya rumiándola unos días. Porque aún no salgo de mi asombro.
Falta de respeto entre iguales, con fondo sexista. Falta de dignidad frente a iguales, con fondo igual de sexista pero en el sentido opuesto.
Os lo narro: voy por la playa dando un paseo, concretamente cinco km y medio entre la ida y la vuelta. Me gusta andar, me gusta la playa, me gusta la música, y voy toda feliz con los auriculares del móvil dando un paseo por la playa. Me adelanta un grupo de tres chicos de unos 16 años, calculo, riéndose, charlando. Unos metros por delante se paran a hablar con una chica en la orilla, y da la impresión de que no se conocían de antes, por la forma de saludarse, pero la chica, al parecer encantada de que "le hayan entrado", empieza a tontear con las miraditas y haciéndose rizos en el pelo.
Recuerdo en este punto que estaban unos metros por delante mía, así que esto pasa en cuestión de minutos.
Uno de los chicos queda en la conversación, los otros dos se apartan hasta que el ligón les hace una seña, y sin mediar palabra los otros sacan un móvil. El chico echa el brazo por los hombros de la chica, dejando su brazo caer por delante. A la chica se le borra la sonrisa de la cara cuando en el momento de hacer la foto, el chico le agarra toda la teta.
Señores, tal y como lo están oyendo. Le coge toda la teta para regocijo de sus amigos.
¿No es una falta de respeto, como poco?
Pero la sorpresa para mí no es solo el desparpajo del chico, sino que la chica lo mira descontenta, pero...¡no hace nada! ni se inmuta, ni le da en todos los morros, se queda quieta mientras el chico hace como se disculpa, para repetir la jugada a los 30 segundos: nueva pose para la foto, nueva agarrada de teta, los amigos se revuelcan de la risa.
La chica se da media vuelta y camina abucharada hacia su toalla. Los chicos siguen adelante, buscando una nueva víctima de sus gracias.
Y yo sigo caminando por la orilla, entre la ira y el desconcierto, sin saber si preguntar a los chicos dónde está la gracia de tocar desconsideradamente a una chica desconocida contra su voluntad, o qué raza de cerdos son; o si preguntar a la chica si se dejó la dignidad y el sentido común en la mochila del instituto, porque desde luego ese día no los llevaba a la playa.
Falta de respeto entre iguales, con fondo sexista. Falta de dignidad frente a iguales, con fondo igual de sexista pero en el sentido opuesto.
Os lo narro: voy por la playa dando un paseo, concretamente cinco km y medio entre la ida y la vuelta. Me gusta andar, me gusta la playa, me gusta la música, y voy toda feliz con los auriculares del móvil dando un paseo por la playa. Me adelanta un grupo de tres chicos de unos 16 años, calculo, riéndose, charlando. Unos metros por delante se paran a hablar con una chica en la orilla, y da la impresión de que no se conocían de antes, por la forma de saludarse, pero la chica, al parecer encantada de que "le hayan entrado", empieza a tontear con las miraditas y haciéndose rizos en el pelo.
Recuerdo en este punto que estaban unos metros por delante mía, así que esto pasa en cuestión de minutos.
Uno de los chicos queda en la conversación, los otros dos se apartan hasta que el ligón les hace una seña, y sin mediar palabra los otros sacan un móvil. El chico echa el brazo por los hombros de la chica, dejando su brazo caer por delante. A la chica se le borra la sonrisa de la cara cuando en el momento de hacer la foto, el chico le agarra toda la teta.
Señores, tal y como lo están oyendo. Le coge toda la teta para regocijo de sus amigos.
¿No es una falta de respeto, como poco?
Pero la sorpresa para mí no es solo el desparpajo del chico, sino que la chica lo mira descontenta, pero...¡no hace nada! ni se inmuta, ni le da en todos los morros, se queda quieta mientras el chico hace como se disculpa, para repetir la jugada a los 30 segundos: nueva pose para la foto, nueva agarrada de teta, los amigos se revuelcan de la risa.
La chica se da media vuelta y camina abucharada hacia su toalla. Los chicos siguen adelante, buscando una nueva víctima de sus gracias.
Y yo sigo caminando por la orilla, entre la ira y el desconcierto, sin saber si preguntar a los chicos dónde está la gracia de tocar desconsideradamente a una chica desconocida contra su voluntad, o qué raza de cerdos son; o si preguntar a la chica si se dejó la dignidad y el sentido común en la mochila del instituto, porque desde luego ese día no los llevaba a la playa.
sábado, 21 de septiembre de 2013
Una falta de respeto... y no será la última
Hay muchas formas de faltar al respeto a los que nos rodean.
Y no estoy pensando en los insultos ni en ser fresco, precisamente.
Lo voy a poner muy fácil de entender:
Esto es una de las salas de espera del consultorio en el que trabajo. Al terminar la mañana de trabajo, en el centro quedamos el conductor de la ambulancia y yo. Volvemos de un aviso a domicilio, y nos encontramos una bolsa de gusanitos prácticamente llena, tirada en una de las sillas, con un montón de gusanitos tirados en el suelo.
Hoy ha habido consulta de vacunas.
Hoy, un papá, mamá, abuelo o abuela (más probablemente que otra cosa) ha comprado una bolsa de gusanitos al niño que venía a vacunarse. Casi seguro que diría, si se le preguntara, que como nos hemos ido a trasladar a un señor bastante enfermo al hospital, el niño tenía hambre.
El niño no parecía tener mucha hambre, teniendo en cuenta que ha dejado casi todos los gusanitos de la bolsa desparramados a su paso.
Y ese adulto que acompañaba a su niño a vacunarse, ha considerado que la silla y el suelo son los sitios adecuados de dejar los gusanitos. Después de que una señora pase un montón de horas limpiando a conciencia, como hace todos los días.
En un espacio que no es suyo, es público, y ha de compartir con sus convecinos.
En un espacio en el que yo, sin ir más lejos, llevo 40 horas seguidas.
Ese adulto es un irrespetuoso.
Y un guarro.
Y no estoy pensando en los insultos ni en ser fresco, precisamente.
Lo voy a poner muy fácil de entender:
Esto es una de las salas de espera del consultorio en el que trabajo. Al terminar la mañana de trabajo, en el centro quedamos el conductor de la ambulancia y yo. Volvemos de un aviso a domicilio, y nos encontramos una bolsa de gusanitos prácticamente llena, tirada en una de las sillas, con un montón de gusanitos tirados en el suelo.
Hoy ha habido consulta de vacunas.
Hoy, un papá, mamá, abuelo o abuela (más probablemente que otra cosa) ha comprado una bolsa de gusanitos al niño que venía a vacunarse. Casi seguro que diría, si se le preguntara, que como nos hemos ido a trasladar a un señor bastante enfermo al hospital, el niño tenía hambre.
El niño no parecía tener mucha hambre, teniendo en cuenta que ha dejado casi todos los gusanitos de la bolsa desparramados a su paso.
Y ese adulto que acompañaba a su niño a vacunarse, ha considerado que la silla y el suelo son los sitios adecuados de dejar los gusanitos. Después de que una señora pase un montón de horas limpiando a conciencia, como hace todos los días.
En un espacio que no es suyo, es público, y ha de compartir con sus convecinos.
En un espacio en el que yo, sin ir más lejos, llevo 40 horas seguidas.
Ese adulto es un irrespetuoso.
Y un guarro.
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